Descubierto el origen franco—hispano del Gran Monarca, descendiente de los antiguos reyes de una y otra nación, probaremos que no sólo es español, sino que en España fijará su trono, aunque haya de ser también rey de Francia y de otras naciones.
Son muchas las profecías que aluden a su nacionalidad española. «Emperador de la estirpe de España y águila ceñida de las Torres de España», le llama Santa Brígida. La profecía de Premol le presenta «montado sobre un León». El Beato Nicolás Factor le llama «gran León de España», y San Anselmo le anuncia bajo la figura de un león coronado. Los intérpretes y comentadores, no siendo franceses, convienen en que será español. Véase, por ejemplo, da Macello en I futuri destini, profecías de Santa Brígida y de Orval.
El célebre vidente conocido por el Sacerdote de Turín, le llama «Aguila de dos cabezas»; otra profecía dice que «se verá venir de lejos el Aguila y el León». Olivario añade que «llevará León y Gallo en su armadura»; y Orval le pide que «una el León a la flor blanca».
«Será llamado del Occidente (Italia) un Rey de gran nombre», dice una profecía hallada en las Catacumbas de Roma. Y este Occidente es España, porque los profetas ponen al Gran Monarca en el Mediodía de Europa, según prueban los siguientes textos, que se hallan en las mejores colecciones:
Un príncipe poderoso del Mediodía llegará a imperar en Alemania». (Profecía alemana). «En el extremo de nuestra desgracia, Dios nos enviará un Salvador del Mediodía». (Otra, alemana). «El Gran Monarca sube al trono de sus mayores, el cual está en el Mediodía». (La Religiosa de Belley). «Allfader (Ser Supremo) creará una tierra nueva, más risueña y agradable; la iluminará un Hijo del Sol» o del Mediodía. (Edda, poema germánico).
El Beato Amadeo dice que la Germanía se unirá con la Ibernia «bajo un Príncipe preordinado de Dios». La palabra Ibernia debe de ser equivocación de copistas, porque en todas las lenguas se escribe Hibernia y todos los copistas la ponen sin h. Además, esta profecía es de 1500, y el nombre de Hibernia se dejó por el de Irlanda en el siglo VIII, y no es probable que el Profeta cometiera tan notable arcaísmo; bien que escribía en latín. Ni el más leve rastro de lo que dice este texto se halla en las demás profecías, antes bien parece ser contraria a ellas esta unión de Alemania con Irlanda, por lo cual parece claro que el verdadero nombre dado por el Beato es Iberia, España, y entonces todo se explica bien. A no ser que el sentido de la frase sea este: «Un Príncipe preordinado de Dios reinará desde España, tanto sobre Alemania como sobre Irlanda».
La profecía de San Isidoro y de Casandra dice que reinará «en la España Mayor»; ya porque Portugal, también bajo el cetro del Gran Monarca, será como la España menor, ya porque entonces volverá a decirse «las Españas», por las autonomías y la extensión de nuestro imperio, y el Gran Monarca tendrá su corte en la Mayor; ósea en la actual. «Limpiará a España de los vicios inmundos», dice también esta profecía.
«El Lirio, añade Santo Tomás de Cantorbery, subsistirá y entrará en la tierra del León, privada de ayuda». «Iberia, Iberia, exclama Bug de Milhas, veo crecer tu poder y tu esplendor... El Tajo producirá un guerrero valiente como el Cid, religioso como el tercer Fernando, que enarbolará el estandarte de la fe»...
Este guerrero será el que presentará a los ejércitos del Norte en los Pirineos la tremenda batalla anunciada por el mismo profeta; y victorioso de los impíos, entrará en Francia, venciendo por todas partes a los alemanes y turcos invasores, hasta que en la Westfalia acabe de derrotarlos; después de lo cual irá a Italia, donde será coronado Emperador por el Papa, y de allí a Francia para tomar el cetro de sus antepasados, volviéndose a España después de sentadas las cosas.
Una profecía de una religiosa anónima, adoptada por Dujardín y da Macello dice que «elegirá una capital al Mediodía, y se le dará en (Francia) un regente que será un santo». A esto aluden otras muchas profecías, como en su lugar veremos, de donde se sigue que antes de ser rey de Francia lo será de España. Pruébanlo también los siguientes pasajes:
«He aquí que viene de país extranjero un hermoso joven de la raza de Pepino... y este pastor (el Papa) lo colocará de un modo admirable en el trono de Francia, entonces vacío y abandonado». (Profecía del Abate Verdín).
«Dios es bendecido aún», dice la profecía de Orval; y el Sr. Escolá lo comenta así: «Dios es bendecido aún indica que el Gran Monarca habrá reinado ya al empezar dichas lunas» (o guerra europea y victoria española),
«En una gran tempestad y discordia surgirá un Rey fuerte para dominar la Francia, y llegará a ser Rey de ella». (El Beato Abad Joaquín de Flora).
»Someterá toda la Germanía, y entonces la Gran Casa (Roma papal) estará derrumbándose; pero el Águila vendrá, del Septentrión hacia el Sol (de Alemania a Italia) ceñida de torres de España y acompañada de la muchedumbre de sus polluelos criados en ellas.—At veniet tandem, aquila a septentrione super solen, et ipsa cingetur turribus Hispaniarum, cum multitudine pullorum suorum». (Santa Brígida).
«Vi venir del Oriente (esto es, de Italia, o de la Iglesia) un joven admirable, montado en un León, y tenía en su mano una espada flamígera. Y el gallo (Francia) cantaba delante de él. Y el León puso el pie sobre la cabeza del Dragón» (Profecía de Premol).
Esto es, acabó para siempre con la revolución y la República.
Arreglada Francia, volverá a su corte de España y poco después marchará a la conquista de África y Palestina, según expresan los textos siguientes.
Repitiendo el Dr. D. José María Escolá, en su libro, Las Profecías, etc., comentarios de otros expositores de Esdras, (cap. XII), dice sobre el león que destrozó al águila (esta águila es muy diferente de la antes citada) o imperio mahometano.
«El águila figuraba el imperio turco; y el león escogido por Dios para hazaña tan grande, ¿de quién era figura? Parece (y algo más) que lo fue del Gran Monarca, por cuyo poder ha de ser, según otras varias profecías, exterminado el imperio de Mahoma, y el ser un león, ¿no indica la procedencia de su raza? Y este león, dice el mismo Esdras, es el viento que el Altísimo ha reservado para el fin contra aquéllos, y contra sus impiedades».
Los sectarios de Mahoma «serán vencidos por el reino celeste (Iglesia) y por los romanos (Imperio). Este y la Iglesia de acuerdo habrán decretado la guerra, cuyo principal ejército serán los Crucíferos (Orden religioso-militar que participa del reino celeste y del imperio), y le quedarán sujetos porque este reino será exaltado sobre todos los reinos del mundo». (San Metodio).
«Reinará sobre la casa de Agar, conquistará a Jerusalén, fijará la imagen del Crucificado sobre el Santo Sepulcro, y será el mayor de todos los Monarcas». (San Isidoro y Casandra).
«Jerusalén y el Monte Sion han de ser, reedificados por mano de los cristianos. Quién ha de ser, Dios mismo por boca del Profeta en el décimo—cuarto Salmo lo dice. El Abad Joaquín dice que éste había de salir de España». (De una carta de Colón).
«Saldrá por los tiempos venideros el Rey Católico de España en persona con gruesa armada contra los moros de África, y alcanzando de ella una insigne victoria, la reducirá toda a su obediencia» (San Alfonso Rodríguez).
«Tan santo ardor se apoderará de los españoles, excitados por la santidad de la causa, que partirán sin despedirse de sus padres, y sin arreglar sus negocios. La legión más fuerte de este ejército se compondrá de religiosos regulares y seculares (Crucíferos). El cual ejército irá por el estrecho de Gibraltar al África El Rey seguirá su viaje con un ejército poderoso por Berbería... y continuará sus victorias hasta Jerusalén». (San Nicolás).
«Jerusalén será reconquistada por un héroe de la casa de Austria, otro Alejandro en la velocidad, y armado con sus soldados con espada y cruz». (Ven. M. Magdalena de la Cruz).
Todos los textos anteriores prueban lo que muchas veces hemos dicho, sobre todo en nuestras Memorias, fundados en otras razones, esto es, que el triunfo de la buena causa en España será antes que el de otras naciones. A esto parece aludir un pasaje de las profecías de Sor Natividad, el cual dice así:
«Vi en espíritu una vasta sala (nos parece España) que revestidos de albas hermosísimas y finísimas, como para una fiesta solemne; pero no llevaban casullas ni dalmáticas. Iban todos muy peinados y afeitados, manifestando en su semblante una gran alegría, y cantando himnos de júbilo. Leían algunos de ellos en voz alta ciertas composiciones literarias, en verso y prosa, y otros aplaudían la lectura exclamando: «Eso es bueno, es excelente, es de toda bondad, no hay más que decir». Lo leído eran diferentes obras y argumentos compuestos en defensa de la buena causa.
Yo estaba como fuera de mí por el gozo, observando la alegría de ellos. «Muy bien, me decía a mí misma; he ahí un júbilo que anuncia una gran victoria. Sea Dios bendito, y acaben por triunfar su religión y su causa. Al fin el buen orden va a reaparecer». Más cuando yo me abandonaba a tan dulces transportes, vi a mi lado al Niño Jesús, el cual me dirigió unas breves palabras que moderaron de repente el ímpetu de mi alegría. Llevaba en su derecha una cruz muy gruesa, y mirándome con tristeza, me dijo:
«Hija mía, no tengas tan gran confianza, porque pronto verás grandes cambios. No se han acabado los males, no se ha llegado al fin como ellos piensan. No, créeme, no ha llegado todavía el tiempo de cantar victoria; la aurora apunta ya, es verdad; pero el día que seguirá, ha de ser hosco y tempestuoso».
Dice la vidente que el Niño Jesús representaba una edad como de tres años; sin duda era esto figura de que aquella dicha era muy pequeña, comparada con la que vendría después; la visión puede aplicarse también a la falsa paz que dicen hemos tenido con la llamada restauración, durante la cual, buena parte del clero juzgaba casi llegados los tiempos felices, y muchos hacían gran fiesta y en sus escritos nos presentaban las instituciones corno si fueran el antemural de la Iglesia de Cristo. Esto aparte, lo dicho hasta aquí prueba de la manera más terminante que el Gran Monarca, el vencedor de Europa, África y Asia, será Rey de España y tendrá en ella su trono. De todos los puntos tocados en este artículo tendremos que ocuparnos extensamente en otros escritos; aquí se han puesto las autoridades proféticas para probar sólo que el Gran Monarca será Rey de España antes que de Francia, y que fijará su residencia en España.
Apología del Gran Monarca 2ª Parte,
paginas, de la 183, a la 188.
P. José Domingo María Corbato.
Biblioteca Españolista. Valencia-Año 1904