EL GRAN PAPA
Hemos visto que
se habla del gran Papa en las apariciones de la Salette, y también S.
Francisco de Paula, el Bto. Nicolás Factor, S. Juan Bosco (el "gran
Ministro"). Es anunciado como "gran Papa" y "Pastor
Angélico" (distinto del "Pastor Angélico" de la profecía de S.
Malaquías, lema atribuido a Pío XII).
Es preanunciado
ya en el siglo XII por Santa Hildegarda, la cual añade, en la profecía que
vimos, que la Santa Sede
estará vacante durante 18 meses, pero cuando sea vencido el hijo de perdición
(probablemente un antipapa), vendrá el Papa del gran esplendor de la Iglesia.
San Celestino V
(1251-96, ermitaño, el único Papa que ha abdicado) agrega -profecía atribuida a
S.Cirilo-, que antes de la renovación de la Iglesia, permitiendo Dios que la Santa Sede esté vacante
(será por largo tiempo), el emperador de Alemania querrá poner un antipapa,
invadirá Roma con un gran ejército y martirizará a muchos sacerdotes y
religiosos, entonces será elegido Papa un ermitaño que establecerá la paz.
Santa Brígida
repite que la Santa Sede
estará vacante año y medio, y el Papa tendrá que huir de Roma para no caer en
la esclavitud.
Sobre la huida
de Roma del Papa (el anterior al gran Papa) y la Santa Sede vacante;
también Juan de Vatiguerro (cisterciense del siglo XIII, copilador de
profecías; ésta fue atribuida a S. Cesáreo y publicada en el Liber mirábilis,
1524) dice que cuando París sea destruido el Papa cambiará de residencia y la Iglesia estará sin defensa
durante 25 meses porque no habrá Papa en Roma ni gobernante en Francia.
San Pío X, en
una audiencia de 1909 al Capítulo General de los Franciscanos tuvo de pronto su
conocida visión, cuando exclamó: "Es terrible, el Papa tendrá que
abandonar Roma, y pasar sobre los cadáveres de sus sacerdotes al salir del
Vaticano". Otra versión añade: "Tendrá que ocultarse en algún sitio
disfrazado, y después de un corto retiro sufrirá una muerte cruel".
Juan de
Roquetaillade (+franciscano, 1362) había predicho igualmente: "El Papa
tendrá que huir de su Sede con sus Cardenales; gozará de cierto descanso donde
nadie le reconocerá; esta aflicción sobrepasará a todo lo que ha soportado la Iglesia
anteriormente".
Bto. Bernardino de Bustis, Franciscano, en su Rosario de sermones (1495) dejó
escrito (sermón 11 que estará la
Santa Sede vacante cerca de año y medio; habrá varios
antipapas, uno llamado Jeroboam, nombrado por un poderoso rey del cristianismo,
al que seguirán al principio cinco sextas partes de los creyentes; la Iglesia sufrirá grandes
tribulaciones y serán perseguidos los que sigan al verdadero Papa, llamado
Roboam (nombres simbólicos), el Papa angélico. Un rey verdaderamente cristiano
después de muchos trabajos vencerá con ayuda de la Virgen a aquel rey, y el
falso Papa acabará malamente. El Papa coronará emperador a este rey, juntos
reformarán la Iglesia. En
tiempo de este rey emperador nacerá el Anticristo.
San Juan Bosco
y la venerable Isabel Canori hablan también del cambio de la Sede del Papa. La venerable
Ana Catalina Emmerich tiene extensas visiones discontinuas sobre el futuro (Vie
por K. E. Schmoeger, 4.* ed. francesa, t. III; cfr. IGLESIA MUNDO, I, 1976):
"Veo que apenas quedan sacerdotes que no hayan sido seducidos" (pág.
123). "Vi casi todos los obispos del mundo, pero solamente un pequeño
número sano" (pág. 136). "Me fue mostrado que no hay ya casi
cristianos en el antiguo significado de la palabra" (pág. 125). "Como
la Iglesia
estaba ya en gran parte demolida, vi a los demoledores entrar en ella con la Bestia" (pág. 113).
"Veo al Santo Padre en una gran angustia, habita un palacio distinto al
anterior; temo que antes de morir tenga todavía mucho que sufrir; no puede
fiarse más que de pocas personas" (páginas 115-17). "Le dije que no
debía dejar Roma, que si lo hacía caería todo en la confusión..." -y algo
no fácil de entender-: el Papa le ofrece fresas con azúcar " lo que indica
que está todavía apegado a la tierra por muchas consideraciones" (págs.
122-7). ¿Se refiere todo a un mismo Papa? "Vi un nuevo Papa muy firme"
(pág. 161). "Alejará de sí a los obispos tibios y fríos. Es joven, no
romano, pero sí italiano, de no lejos de Roma, de una piadosa familia de
príncipes. Durante cierto tiempo tendrá todavía muchas luchas" (pág. 188).
"Vi la Iglesia
restaurada con más magnificencia que nunca" (págs. 114-5).
En cambio
Suzanne Jacquemin, que estudia en un libro las profecías sobre el gran Papa,
afirma que en su conjunto concuerdan que no será italiano. (Melania de la Salette dice que no será
romano), y en su mayoría señalan será francés (Nostradamus, "Carta a
Enrique II", concreta que será oriundo, o elegido, en Lyón). Cuestión
secundaria y no muy clara. Como algunos (Bartolomé de Saluzzo, Rodolfo Gekner
-siglo XVII- y otros) aseguran será franciscano.
María Julia
Jahenny (1850-1941, estigmatizada, sufre mucho, campesina de La Fraudais, Bretaña; apenas
sabía leer, se lo tomaron todo por escrito) repite que el Papa irá al exilio
(visión del 10-I-1882), que sufrirá mucho (29-IX- 1879). Sufrirá por dos veces
el arresto de Archel de la Torre
(perseguido de Nápoles), estará, la Santa Sede vacante largos meses (16-V-1882). Una
asamblea cismática de sacerdotes enviará al gobernador del cual depende el Papa
un escrito para que el Papa deje mayor libertad; si quiere reformarlos, se
niegan; y aún pedirán algo que hará estremecerse a la gente; se quiere que cada
cual sea libre, sin vigilancia (7-XI-1882). "El Papa presente no verá el
triunfo de la Iglesia;
el que le suceda (¿el gran Papa?) pasará tres años en las más crueles y tristes
cadenas. La horrible guerra de Italia será larga" (20-IV-1882).
"Francia tendrá que luchar mucho para liberarlo" (1-X-1875). Parece
que, como Sor Natividad, profetiza el martirio del Papa (aunque algunos lo
refieren al último Papa).
En el siglo XII
el Bto. Amadio, italiano: "Dios lo elegirá según su Corazón, elección
milagrosa que llenará de admiración. Tendrá enemigos, pero Dios los abatirá.
Todas las naciones infieles se convertirán y le obedecerán. Se hará un solo
rebaño y un solo Pastor. Reformará las costumbres...".
El Bto. Amadeo
I de la Tour
(obispo de Sión de 1163 a
1168) según le reveló el arcángel S. Gabriel: "Elegido por Dios purificará
y reformará la Iglesia;
todos le admirarán. Con la reforma vendrá la paz universal, todo el mundo
aceptará la fe verdadera y vivirá en el temor de Dios...".
Benedicto XII
(Papa de 1334 a
1342) profetizó que establecerá la unidad religiosa, reformará las costumbres,
devolverá el trono de Francia al legítimo soberano, una felicidad incomparable
reinará en el mundo.
Vimos que la Bta. Catalina de
Racconigi, siglo XVI, llamaba al gran Papa San Gregorio (= Vigilante); también
le llama Gregorio XVII el Monje de Padua, y dice: "El enemigo será
confundido y dispersado rápidamente por una intervención milagrosa; entonces vendrá
la verdadera resurrección de Francia y de la Iglesia presidida por el Pastor angélico".
El Venerable
Holzhauser, siglo XVII, anuncia que bajo el gran Papa, ayudado por el gran
Monarca, tendrá lugar el mayor Concilio de la historia, que aclarará toda la Escritura y acabará con
todas las herejías, y será aceptado por todos. La Bta. de Racconigi antes del
Concilio Tridentino, en 1533, dijo, según su historiador, que no habría un
Concilio completo y perfecto hasta el Papa santo esperado, que convertirá a los
infieles. Sor Natividad puntualiza de este Concilio que restablecerá la antigua
disciplina. Ignacio Tomás Martín (de Gallardón, cerca de Chatres, Francia,
padre de familia religiosa, campesino, tuvo apariciones del arcángel San
Rafael, aprobadas por el obispo de Versalles; fue envenenado en 1934) y otras
profecías repiten la celebración del futuro Concilio.
EL GRAN MONARCA
En la noche de Navidad del 496, por influjo de su mujer Santa
Clotilde, borgoñona, y en acción de gracias por las victorias conseguidas,
Clodoveo, rey de los franceses, se bautizó con 3.000 de sus guerreros en
–Reims, por S. Remigio. Fue el primer reino cristiano, por eso Francia es
llamada la hija primogénita de la
Iglesia. (Recaredo, rey de los visigodos, hermano de S.
Hermenegildo mártir, abjuró del arrianismo, por influjo de S. Leandro,
arzobispo de Sevilla, en el III Concilio de Toledo, 589).
Dos sabios arzobispos historiadores nos relatan la historia:
Hicmaro (806-882), arzobispo de Reims, en su “Vida de S. Remigio” (PL 125) dice
que una gran luz le iluminó y se oyó la voz de Dios “La paz sea con vosotros.
Soy Yo, no temáis, permaneced en mi amor”. Y faltando el crisma en el momento
de la consagración del rey, apareció una paloma blanca con una ampolla de óleo
santo en su pico. (Todos los reyes de Francia fueron consagrados con éste,
hasta que fue rota en 1793, pero una parte del óleo se conserva.)
Entonces S. Remigio profetizó a Clodoveo: “El reino de Francia
será predestinado por Dios para la defensa de la Iglesia. Será
victorioso y próspero mientras sea fiel a la fe católica, y cuando no, será
duramente castigado. Un día será grande entre todos los reinos, abrazará todo
el imperio romano (extinguido el 470), someterá todos los pueblos, durará hasta
el fin de los tiempos”. El Bto. Rabán Mauro (780-856), arzobispo de Maguncia,
cuenta así la anterior profecía: “Hacia el fin de los tiempos un descendiente
de los reyes de Francia reinará sobre todo el antiguo imperio romano, será el
más grande y el último de los reyes de Francia”.
E. Muraise, según refiere en su libro, ha catalogado desde
entonces al menos 76 profecías con signos de credibilidad (44 francesas, 16
italianas, 7 alemanas, 4 españolas, 3 portuguesas y 2 inglesas) que anuncian el
futuro gran Monarca francés y van añadiendo datos. Ya vimos antes las de
Benedicto XII y Sta. Brígida (siglo XIV), S. Francisco de Paula y Bto. de
Bustis (siglo XV), Bto. Factor (siglo XVI) venerable Holzhauser (siglo XVII),
Bta. Taigi y Melania de la
Salette (siglo XIX), Juana Luisa Ramonet de Kérizinen (siglo
XX), he aquí algunas otras:
S. Cesáreo de Arlés (470-543) (1) describe la historia de
Francia desde el siglo VI, pero continua la posterior a su publicación “Un
capitá ilustre (Napoleón) surge del seno del Mediterráneo recoge los restos del
cetro, vuela como el águila y sube con demasiado orgullo, coge al Santo entre
sus garras agudas, pero en vano; encadenado rompe sus hierros una vez, mas la
fortuna contraria le sujeta en medio de las aguas hasta su muerte”. Hay una
breve restauración y un rey ladrón que comienza la conquista de Argelia
(Napoleón III). Más adelante, lo que nos interesa: “El hierro y el fuego
oprimen a la Babilonia
de las Galias (París) que cae en un gran incendio, ahogada en sangre: después
la segunda ciudad del reino (Marsella) y otra son también destruidas.
Finalmente brilla el resplandor de la misericordia divina, pues la justicia
suprema ha golpeado a todos los impíos. Llega el noble exiliado, el dado por
Dios, asciende al trono de sus antepasados, del cual la malicia de hombres
depravados le había arrojado; recobra la corona de lis refloreciente; con su
valor invencible destruye a todos los hijos de Bruto (los revolucionarios;
Bruto fue el asesino de César); después de establecer su trono en la ciudad pontifical
(Aviñón). Volverá a levantar la tiara real sobre la cabeza de un santo
Pontífice que ha estado lleno de amargura por las tribulaciones, quien obligará
al clero a vivir según la disciplina de los tiempos apostólicos. Ambos unidos
harán triunfar la reforma del mundo; dulce paz, cuyos frutos durarán hasta el
fin de los siglos”.
Es también muy famosa la profecía de un monje de Premol
(Cartuja de Francia, cerca de Grenoble) que abarca, con lenguaje simbólico,
desde el siglo V. Publicada a finales del siglo XVIII, continúa prediciendo la
reaparición del lis (Borbones) después de la caída del águila sobre la roca
(Napoleón en Sta. Elena); ve la desolación en Jerusalén (Roma), el Patriarca
(Papa) huyendo “hacia el mar donde se pone el sol”; la peste, guerras por todas
partes, indica la destrucción de París. Los hijos de Sión (católicos): unos
fieles al Pontífice fugitivo, otros disponen del gobierno de Sión (la Iglesia). Dios sacará al
mundo del caos y empezará un nuevo mundo. Un hombre resplandeciente como un
ángel asciende sobre las ruinas de Sión (el gran Papa), todos se convierten a
su voz. Viene un joven extraordinario de Oriente (el gran Monarca), sobre un
león, con una espada llameante, y el gallo cantaba ante él; el león puso el pie
sobre la cabeza del Dragón (Satanás), dio la mano al Pontífice y llamaron a
todos los pueblos.
Otra semejante es la de un monje de Orval, publicada en 1829,
pero ya conocida antes de la revolución francesa. Se extiende desde Napoleón
hasta el Anticristo. Dice al gran Monarca: “Ven joven príncipe, deja la isla de
cautividad (¿Irlanda?, nacido en Blois, según Juan de Vatiguerro, y huido a
lejanos países hacía muchos años, añade sor Juana Le Royer), une el león a la
flor blanca (lis)… Será un retoño de la
Cape (Capeto)”.
Numerosos videntes anuncian que el gran Monarca aparecerá en
mitad de la crisis, en concreto: después de la destrucción de París (Sto. Cura
de Ars), “por el emperador de Alemania después de dos enormes batallas” (añade
el canónigo de Brana, que conocía mucho a Melania de La Salette). Según éste, en
octubre del mismo año será consagrado rey en Reims y diez días después
emperador en Aix-la-Chapelle (Aachen, Aquisgrán, capital de Carlomagno); y se
llamará Enrique V. Nombre que le dan también otros, como María Julia Jahenny,
Nostradamus, etc.
Lo más repetido es que será descendiente de S. Luis IX, rey de
Francia de 1242 a
1270 (de la dinastía de los Capetos), o de la flor de lis (=Lirio emblema de la
casa real francesa). “El verdadero descendiente de S. Luis”, vimos puntualiza la Bta. Taigi (2).
Especialmente interesante es que el gran Monarca será nombrado
por el gran Papa, como hemos visto en la
Bta, Taigi, y éste puede ser el significado de otros muchos
que lo describen como enviado o dado por Dios, como la frase de Souffrand:
“traído por el santo Pontífice”. ¿Tal vez se pudiera servir del secreto de
Maximino de la Salette
y de otras informaciones guardadas en los archivos vaticanos?
Ya vimos por qué Francia es llamada la hija primogénita de la Iglesia, titulo dado por
vez primera por el Papa Anastasio II en carta al rey Clodoveo después de su
conversión.
Gregorio IX escribía en una bula de 1239 a S. Luis, rey de
Francia; “Dios, como prefirió la tribu de Judá a las otras, así ha escogido con
preferencia a Francia para la protección de la fe católica”.
Santa Juana de Arco,
guerreando por el rey, afirmaba: “El rey de Francia es el lugarteniente del Rey
del Cielo. Todos los que luchan contra el santo reino de Francia, luchan contra
el Rey Jesús.”
Y S. Pío X, cuando la iba a beatificar, encargaba al obispo de
Orleans: “Decid a los franceses que hagan su tesoro de los testamentos de S.
Remigio, de Carlomagno, de S. Luis, que se resumen en estas palabras tan
repetidas por la heroína de Orleáns: Viva Cristo que es el Rey de Francia”. En
la beatificación del Cura de Ars (1905) había dicho: ésta “prueba que Dios
mantiene su predilección por Francia muy pronto obrará prodigios que nos darán
la alegría de constatarlo por los hechos”. Y el 27 de noviembre de 1911: “El
pueblo que hizo alianza con Dios en las fuentes bautismales de Reims se
arrepentirá y volverá a su primitiva vocación… y el Señor le dirá: Hija
primogénita de la Iglesia,
nación predestinada, vaso de elección ve a llevar mi nombre a todos los pueblos
y a todos los reyes de la tierra”.
Pío XII en 1937 (13 de julio) poco antes de ser Papa,
proclamaba: “Desde el mismo día que el primer heraldo del Evangelio pisó las
Galias, la fe en Cristo y la unión con Roma, centro de la Iglesia, es para Francia
la ley misma de su vida… Y el miércoles santo de 1946: “Su misión es difundir
en el mundo la verdad, la justicia, la bondad, el amor en la ley.”
Por eso la prosperidad y gloria de Francia está vinculada a
que cumpla esa misión divina, y su prevaricación o traición a ella, es la causa
de sus castigos. Esto puede decirse de alguna manera de todas las naciones
católicas, sin embargo, a su luz se entienden mejor las predilecciones de la Medalla Milagrosa,
La Salette,
Pellevoisin (escapulario del S. Corazón), Lourdes, etc. Por algo Juan XXIII el
18 de febrero de 1959 explicaba que en el plan de Dios cada nación tiene una
misión, y que califica la de Francia la divisa: Reino de Francia, reino de
María.
También a la luz de la misión de Francia como nación, se
entiende mejor el mensaje del Corazón de Jesús a Luis XIV por medio de Santa
Margarita María, en 1689, pidiendo: 1º.) La fiesta a su Corazón (instituida en
1765). 2º.) Una basílica nacional dedicada a Él (Montmartre, construida en
1873). 3º.) Consagración de Francia al Sagrado Corazón; y 4º.) Colocación del
Sagrado Corazón en la bandera nacional.
Estas dos peticiones aún no se han realizado aunque llevan
consigo la promesa que así “Dios le dará siempre la victoria sobre sus enemigos
y sobre los enemigos de la religión” (pues, obviamente, solo contra ellos
luchará). Luis XIV no las atendió, y ese año 1689 fue el principio de la
decadencia de Francia, Sin embargo, algún día no lejano se cumplirán.
Notas
(1)Profecía atribuida también a Juan de Vatiguerro, pero que
con el título “La gran predicción de S. Cesáreo, arzobispo de Arlés, fue
encontrada entre los papeles de Mons, du Lau arzobispo de Arlés, martirizado
durante la revolución francesa, y luego ampliamente divulgada y traducida a
varios idiomas (cfr. Víctor).
(2) ¿Quién, por tanto? No
vamos a dilucidar cuestión tan debatida) cfr. el libro de E. Muraise). Hay al
menos 12 pretendientes al trono de Francia, sin contar a los descendientes de
Napoleón. Atendiendo exclusivamente a la línea masculina primogénita pública,
sería el Duque de Cádiz, y sólo los Borbones españoles unen el león a la flor
de lis, de acuerdo con la profecía de Orval; pero no se dan otros detalles
citados (Y se alega la discutible renuncia de Felipe V para sí y sus
descendientes al trono de Francia; así como la de su padre D. Jaime, y su
matrimonio morganático.) Algunos se dicen descendientes desconocidos de Enrique
III o de Carlos IX (S. XVI), y sobre todo de Luis XVII (hijo de Luis XVI
guillotinado, que algunos sostienen no murió prisionero en el Temple a los diez
años en 1795; teoría confirmada por algunos videntes: Souffrand, párroco
bretón, 1755-1828, famoso por su santidad y profecías; Ignacio Tomás Martín, ya
citado, Josefina Reverdy, 1854-1908, enfermera, vivió en Boulleret, Francia, y
se dice la Virgen
comunicó este secreto en La
Salette a Maximino, quien lo transmitió a Pío IX. “Aquí se ve
el candor y la simplicidad de un niño”, fue su comentario)
Tomado de: ELTIEMPO QUE SE APROXIMA por el Padre José
Luis de Urrutia, S.J. Editado en 1980.