Vi por encima de la iglesia (San Pedro de Roma) muy disminuida, una mujer majestuosamente vestida con un manto azul cielo que se situaba a lo lejos, portando una corona de estrellas sobre la cabeza. (AA.III.160)
Vi una especie de gran manto que iba ampliándose constantemente y que acabó por abrazar todo un mundo con sus habitantes. Al mismo tiempo este símbolo fue para mi una imagen del tiempo presente, y vi a sacerdotes hacer agujeros en ese manto para mirar a través de él. (BB.III.344)
Vi en una gran ciudad una iglesia que era la mas pequeña, llegar a ser la primera. (AA.III.160)
Los nuevos apóstoles se reunieron todos en la luz. Creo haberme visto entre los primeros con otro que yo conocía. (AA.III.160)
Ahora todo volvía a florecer. Vi un nuevo Papa, muy firme; vi también el negro abismo retraerse cada vez más: al final llegó un momento que un cubo de agua podía cubrir la abertura.
En último lugar vi todavía tres grupos o tres reuniones de hombres unirse a la luz. Tenían entre ellos personas iluminadas, y entraron en la iglesia.
Las aguas abundaban por todas partes: todo era verde y florido. Vi construir iglesias y conventos. (AA.III.161)
Vi también que la ayuda llegaba en el momento de más desolación.
Vi de nuevo a la Santa Virgen subir a la iglesia y extender su manto. Cuando tuve esta última visión, no vi al Papa actual. Vi uno de sus sucesores. Le vi a la vez suave y severo. El sabía atraerse a los buenos sacerdotes y expulsar a los malos.
Vi todo renovarse y una Iglesia que se elevaba hasta el cielo. (AA.III.103)