El espíritu en verdad está pronto,
pero la carne es flaca. (San Marcos 14, 38).
San Romualdo, fundador de los camaldulenses, vivió desordenadamente sus primeros años; empero, habiendo acompañado a su padre a un duelo, la muerte del adversario, que era un pariente, tan honda mente lo impresionó, que se retiró a un monasterio y persuadió a su padre a hacer otro tanto. Al trabajo manual unía rigurosos ayunos e increíble fervor de oración. No podía soportar que se rezase con tibieza. «Es mejor, decía, recitar con fervor un solo salmo, que no cien con indolencia». Murió en el año 1027.
MEDITACIÓN
SOBRE LA ORACIÓN
I. Es preciso rezar a Dios varias veces durante el día, pero sobre todo por la mañana al levantar se, y por la noche antes de acostarse. Asimismo sería menester rezar a Dios en todos los momentos del día, porque a cada momento recibimos beneficios del cielo. ¡Encontramos tantas coyunturas para hablar a los hombres, y no las hallamos para hablar a Dios! ¿Cuántas veces por día rezas a Dios? Examínate, humíllate, determina el tiempo que quieres consagrar a la oración, y sé fiel a la resolución que hayas adoptado.
II. Dices que tienes muchas ocupaciones que te impiden dedicarte a orar como quisieras; te respondo con San Gregorio: «Cuanto más agobiado estés de trabajo, más debes orar, porque tienes necesidad del auxilio del cielo para hacerlo bien y para no pecar en las ocasiones en que te encontrares. Consulta a Dios en todas tus empresas; pídele sus luces y sus auxilios, y tendrás éxito».
III. Si te falta tiempo para tus ejercicios de piedad, sigue el consejo de Jesucristo: Vigilad y orad. Quítale una media hora a tu sueño, no te molestará; tantos lo hacen, y cumplen con sus deberes de estado tanto o mejor que tú. Con tanta frecuencia trasnochas para divertirte, o para ocuparte de tus negocios; quita algo a esas ocupaciones que te amargan la vida y que no te dejan tiempo para pensar en Dios. Desecha todo lo que te hace la vida presente corta para el trabajo y larga para el dolor. (San Euquerio).
La Oración
Orad por el acrecentamiento
de la devoción
ORACIÓN
Haced, os suplicamos, Señor, que la intercesión de San Romualdo, abad, nos haga agradables ante Vuestra Majestad, y que obtengamos, por sus oraciones, las gracias que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.