ORIGEN DEL TRISAGIO
No es invención del ingenio humano el santísimo Trisagio, sino obra del mismo Dios, que lo inspiró al profeta Isaías cuando oyó como lo cantaban los Serafines para enaltecer la gloria del Creador.
En la escuela de los mismos Serafines y demás coros celestiales fue donde lo aprendió milagrosamente un niño de corta edad que, a la manera de San Pablo, fue arrebatado al cielo como lo refieren las historias eclesiásticas.
En el año 447, y siendo Teodosio el Joven emperador de Oriente, se experimentó un terremoto casi universal y muy violento, y que por su duración y espantosos estragos se hizo el más notable de cuantos hasta entonces se habían visto. Fueron incalculables los daños que seis meses de sacudimientos casi continuos causaron en los más suntuosos edificios de Constantinopla y en toda la famosa muralla del Quersoneso. Se abrió la tierra en muchos puntos, y quedaron sepultadas en sus entrañas ciudades enteras; se secaron las fuentes, y se manifestaban otras nuevas; y era tal la violencia de los sacudimientos, que arrancaban árboles muy corpulentos, aparecían montañas donde había antes llanuras y profundas concavidades donde antes había montañas. El mar arrojaba a las playas peces de gran magnitud, y las playas y los barcos se quedaban sin aguas, que iban a inundar grandes islas.
Ante esta situación, se creyó prudente abandonar las poblaciones, y así lo hicieron los moradores de Constantinopla, con el emperador Teodosio, su hermana Pulquería, San Proclo, patriarca entonces de aquella Iglesia, y todo su clero.
Reunidos en un paraje llamado el Campo, dirigían al cielo fervorosas súplicas y grandes clamores, pidiendo socorro en necesidad tan apurada, cuando un día, entre ocho y nueve de la mañana, fue tan extraordinario el sacudimiento que dio la tierra, que faltó poco para que causase los mismos estragos que el diluvio universal. A este susto sucedió la admiración del prodigio siguiente: Un niño de pocos años fue arrebatado por los aires, a la vista de todos los del Campo, que le vieron subir hasta perderle de vista. Después de largo rato, descendió a la tierra del mismo modo que había sido arrebatado al cielo; y luego, puesto en presencia del Patriarca, del emperador y de toda la multitud, pasmada, contó cómo, siendo admitido en los coros celestiales, oyó cantar a los Ángeles estas palabras: Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, tened misericordia de nosotros; y cómo se le había mandado poner esta visión en conocimiento de todos los allí reunidos. Dichas estas palabras, el niño murió.
San Proclo y el emperador, oído este relato, mandaron unánimemente que todos entonasen en público este sagrado cántico, e inmediatamente cesó el terremoto y quedó quieta toda la tierra. De aquí provino el uso del Trisagio, que el Concilio General de Calcedonia prescribió a todos los fieles, como un formulario para invocar a la Santísima Trinidad en tiempos funestos y de calamidades. De aquí ha venido el merecer la aprobación de tantos Prelados de la Iglesia, que han apoyado su práctica enriqueciéndola con el tesoro de las indulgencias, y de aquí, finalmente, ha venido que se haya impreso y reimpreso tantas veces, siempre con universal aplauso y aceptación de todos, teniéndolo como un escudo impenetrable contra todos los males que Dios envía a la tierra en castigo de nuestros pecados.
Notas:
En los tiempos actuales, el Padre Pío de Pietrelcina exhortaba a sus fieles a tener gran devoción a la Santísima Trinidad, especialmente el rezo del Trisagio, y la famosa estigmatizada española, Madre Esperanza de Jesús Alhama, fundadora de las Esclavas e Hijos del Amor Misericordioso, también lo rezaba diariamente, y cuando surgía algún problema o se veían en alguna necesidad, inmediatamente comenzaba el rezo con todas sus monjas y mandaba también que se recitara en todas sus Casas y durante largas temporadas.
San Antonio María Claret, después de una locución que tuvo en la Granja (Segovia), el día 27 de agosto de 1851, en la Iglesia del Rosario, dijo que “la salvación de España se cifraba en tres devociones: el Trisagio, el Santísimo Sacramento y el Rosario”. La hermana Lucía de Fátima, durante su estancia en Tuy /Pontevedra), en junio de 1929, tuvo una visión de la Santísima Trinidad e igualmente era muy amante de esta devoción.
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OFRECIMIENTO
Te rogamos, Señor, por el estado de la Santa Iglesia y Prelados de ella; por la exaltación de la fe católica, extirpación de las herejías, paz y concordia entre los príncipes cristianos, conversión de todos los agonizantes y caminantes; por las benditas almas del purgatorio y demás piadosos fines de nuestra santa madre la Iglesia. Amén.
V/.Bendita sea la santa e individua Trinidad, ahora y siempre, y por todos los siglos de los siglos.
R/. Amén.
V/. Abrid, Señor, mis labios.
R/. Y mi voz pronunciará vuestras alabanzas.
V/. Dios mío, en mi favor, benigno entiende.
R/. Señor, a mi socorro, presto atiende
V/. Gloria sea al Padre
Gloria al eterno Hijo
Gloria al Espíritu Santo.
En tiempo de cuaresma se dice:
Alabanza sea dada a ti, Señor, rey de la eterna gloria.
ACTO DE CONTRICIÓN
Amorosísimo Dios, Trino y Uno, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en quien creo, en quien espero, a quien amo con todo mi corazón, cuerpo y alma, potencias y sentidos, por ser Vos mi Padre, mi Señor y mi Dios, infinitamente bueno y digno de ser amado sobre todas las cosas: me pesa, Trinidad Santísima; me pesa, Trinidad misericordiosísima; me pesa, Trinidad amabilísima, de haberos ofendido, sólo por ser quien sois; propongo y os doy palabra de nunca más ofenderos y de morir antes que pecar; espero en vuestra suma bondad y misericordia infinita, que me habéis de perdonar todos mis pecados y me daréis gracia para perseverar en un verdadero amor y cordialísima devoción de vuestra siempre amabilísima Trinidad. Amén.
ORACIÓN AL PADRE
¡OH Padre Eterno!: fuera de vuestra posesión, yo no veo otra cosa que tristeza y tormento, por más que digan los amadores de la vanidad. ¿Qué me importa que diga el sensual que su dicha es el gozar de sus placeres? ¿Qué me importa que también diga el ambicioso que su mayor contento es el gozar de su gloria vana? Yo, por mi parte, no cesaré jamás de repetir, con vuestros Profetas y Apóstoles, que mi suma felicidad, mi tesoro y mi gloria es el unirme a mi Dios y mantenerme inviolablemente junto a Él.
Un Padrenuestro, Avemaría y nueve veces:
Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria.
Y el coro responde:
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.
ORACIÓN AL HIJO
¡Oh Verdad eterna!, fuera de la cual yo no veo otra cosa que engaños y mentiras: ¡OH, cómo todo me parece desabrido a vista de vuestros suaves atractivos! ¡Oh, cómo me parecen mentirosos y falaces los discursos de los hombres, en comparación de las palabras de vida con las cuales Vos habláis al corazón de aquellos que os escuchan! ¡Ah! ¿Cuándo será la hora en que Vos me trataréis sin enigma y me hablaréis claramente en el seno de vuestra gloria? ¡Oh, qué trato! ¡Qué belleza! ¡Qué luz!...
Un Padrenuestro, Avemaría y nueve veces:
Santo, Santo, Santo, etc.
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
¡Oh Amor! ¡Oh Don del Altísimo, centro de las dulzuras y de la felicidad del mismo Dios! ¡Qué atractivo para un alma el verse en el abismo de vuestra bondad y toda llena de vuestras inefables consolaciones! ¡Ah placeres engañadores! ¡Cómo habéis de poder compararos con la mínima de las dulzuras que un Dios, cuando le aparece, sabe derramar en un alma fiel? ¡Oh!, si una sola partícula de ellas es tan gustosa, ¿cuánto más será cuanto Vos la derraméis como un torrente sin medida y sin reserva? ¿Cuánto será esto, ¡Oh mi Dios!, cuándo será?
Un Padrenuestro, Avemaría y nueve veces:
Santo, Santo, Santo, etc.
ANTÍFONA
A Ti, Dios Padre ingénito; a Ti, Hijo unigénito; a Ti, Espíritu Santo paráclito, santa e individua Trinidad, de todo corazón te confesamos, alabamos y bendecimos. A Ti se dé gloria por los siglos de los siglos, Amén.
V/. Bendigamos al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Alabémosle y ensalcémosle en todos los siglos.
ORACIÓN
Señor Dios, Uno y Trino: dadnos continuamente vuestra gracia, vuestra caridad y la comunicación de Vos, para que en tiempo y eternidad os amemos y glorifiquemos. Dios Padre, Dios Hijo y Dios espíritu Santo, en una deidad por todos los siglos de los siglos. Amén.
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DEPRECACIÓN DEVOTA
A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
V/. Padre Eterno, omnipotente Dios:
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Verbo divino, inmenso Dios.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Espíritu Santo, infinito Dios, Santísima Trinidad y un solo Dios verdadero.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Rey de los cielos, inmortal e invisible.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Criador, conservador y gobernador de todo lo criado.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Vida nuestra, en quien, de quien y por quien vivimos.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Vida divina y una en tres personas.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Cielo divino de celsitud majestuosa.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Cielo supremo del Cielo, oculto a los hombres.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Sol divino e increado.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Círculo perfectísimo de capacidad infinita.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Manjar divino de los Ángeles.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Hermoso iris, arco de clemencia.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. Luz primera y triduana, que al mundo ilustras.
R/. Toda criatura te ame y glorifique.
V/. De todo mal de alma y cuerpo.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De todos los pecados y ocasión de culpa.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De vuestra ira y enojo.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De repentina y de improvisa muerte.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De las asechanzas y cercanías del demonio.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Del espíritu de deshonestidad y de sugestión.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De la concupiscencia de la carne.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De toda ira, odio y mala voluntad.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De plagas de peste, hambre, guerra y terremoto.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De tempestades en el mar o en la tierra,
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De los enemigos de la fe católica.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De nuestros enemigos y sus maquinaciones.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. De la muerte eterna,
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por vuestra unidad en Trinidad y Trinidad en unidad.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por la igualdad esencial de vuestras Personas.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por la alteza del misterio de vuestra Trinidad.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por el inefable nombre de vuestra Trinidad.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por lo portentoso de vuestro nombre, Uno y Trino.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por lo mucho que os agradan las almas que son devotas de vuestra Santísima Trinidad.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por el gran amor con que libráis de males a los pueblos donde hay algún devoto de vuestra Trinidad amable.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Por la virtud divina que en los devotos de vuestra Trinidad Santísima reconocen los demonios contra sí.
R/. Líbranos, Trino Señor.
V/. Nosotros pecadores.
R/. Te rogamos, óyenos.
V/. Que acertemos a resistir al demonio con las armas de la devoción a vuestra Trinidad.
R/. Te rogamos, óyenos.
V/. Que hermoseéis cada día más con los coloridos de vuestra gracia vuestra imagen, que está en nuestras almas.
R/. Te rogamos, óyenos.
V/. Que todos los fieles se esmeren en ser muy devotos de vuestra Santísima Trinidad.
R/. Te rogamos, óyenos.
V/. Que todos consigamos las muchas felicidades que están vinculadas para los devotos de esa vuestra Trinidad inefable.
R/. Te rogamos, óyenos.
V/. Que al confesar nosotros el misterio de vuestra Trinidad se destruyan los errores de los infieles.
R/. Te rogamos, óyenos.
V/. Que todas las almas del purgatorio gocen mucho refrigerio en virtud del misterio de vuestra Trinidad.
R/. Te rogamos, óyenos.
Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, líbranos, Señor, de todo mal.
(Esto último se repite tres veces.)
OBSEQUIOS Y OFRECIMIENTOS
A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
I. ¡OH beatísima Trinidad!, os doy palabra de procurar con todo esfuerzo y empeño salvar mi alma, ya que la creasteis a vuestra imagen y semejanza y para el cielo. Y también por amor vuestro procuraré salvar las almas de mis prójimos.
2. Para salvar mi alma y daros gloria y alabanza, sé que he de guardar la divina ley. Os doy palabra de guardarla como la niña de mis ojos, y también procuraré que los demás la guarden.
3. Aquí, en la tierra, me ejercitaré en alabaros, y espero que después lo haré con más perfección en el cielo; y por esto, con frecuencia rezaré el Trisagio y el verso: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Y también procuraré que los demás os alaben. Amén.