Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
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Quien me hallare, hallará la vida, y alcanzará del Señor la salud. (Pr. 8, 35) PUNTO 1 ¡Cuántas gracias debemos dar a la misericordia de D...