lunes, 11 de marzo de 2024

El Demonio



Este artículo quisiera enfocarlo de la manera más práctica posible, de tal forma que nos pueda ser útil sobre todo para poder explicar a nuestros hijos de que va esto del DEMONIO. Para eso empezaré por explicar quien es el demonio y cual es su obra y luego me detendré en explicar como actúa y como defendernos. Me voy a basar para explicar todo esto, en una obra de Dom G. Tomaselli llamada “Les anges Rebelles” editado en 1950, en pasajes de “El Diablo en la vida de Don Bosco” en “Cartas del Diablo a su sobrino” y en “Testimonio de un Exorcista” del P. Matthieu.



¿QUIEN ES EL DEMONIO?
Dios creó innombrables legiones de Ángeles, es decir Espíritus Puros, dotados de amplia inteligencia y fuerte voluntad. El Cielo, en un instante, se pobló de estos seres bienaventurados, que cantaban alabanzas al Creador, y al mismo tiempo gozaban de una perfecta felicidad.
Los Ángeles se distribuyen en nueve categorías o coros tal y como dice la Sagrada Escritura (Serafines, Querubines, Tronos, dominaciones, Virtudes, Potestades, Principados, Arcángeles y Ángeles). Cada Ángel difiere de otro y está emplazado en la jerarquía que le corresponde, al igual que pasa en la tierra, los unos subordinados a los otros.
El más bello era Lucifer, es decir Portador de Luz, de tal forma que podría decirse que eclipsaba a los otros Ángeles.
Dios, según su Justicia, quiso probar la fidelidad de sus criaturas, exigiéndoles un acto individual de humilde sujeción.
Según los más célebres Padres de la Iglesia y Santo Tomas, maestro en ciencia teológica, la prueba fue así: La segunda Persona de la Santísima Trinidad, el hijo Eterno del Padre, Jesucristo, en la plenitud del tiempo, se hará hombre, permaneciendo verdadero Dios, y todos los Ángeles deberán Adorarle, aun revestido de la miserable carne humana.
Para nosotros, seres inferiores a los Ángeles, no hubiera sido difícil, para ellos sin embargo fue mas complicado. Aunque nuestra alma sea de esencia espiritual, el Espíritu Angélico se distingue de nosotros tanto como lejos están la tierra del sol. El hombre es respecto a un Ángel lo que un gusano es para nosotros. (¿Ahora os imagináis el acto de humildad que habría que hacer si tuvierais que adorar a un gusano?)
Lucifer, dotado de dones excelentes, viendo que debería humillarse delante del Hijo de Dios, hecho hombre, se hinchó de tal orgullo que dijo: no le serviré, si se hace hombre, yo seré superior!
Mas ángeles, legiones enteras, se unieron a él, para revelarse contra Dios. Empezó un terrible combate. Sabemos lo que pasó porque Dios se lo reveló al Profeta Daniel y a San Juan Evangelista. El Arcángel San Miguel, a la cabeza de un tropel de ángeles, se opuso a la soberbia de Lucifer diciendo: ¿Quién es como Dios?
El Creador observó todo, y al final de la lucha intervino directamente, confirmando en gracia a los fieles y castigando a los rebeldes.
Dios es infinitamente bueno y justo: da a cada uno lo que le corresponde. Hacia los hombres pecadores se comporta con magnanimidad, perdonando fácilmente, cien veces, mil veces, … Actúa así pues conoce perfectamente la debilidad de la naturaleza humana.
Hacia los ángeles, Dios ejercitó inmediatamente su Justicia, pues los Ángeles tenían conocimiento de la Divinidad; dotados de una inteligencia superior sabían perfectamente el mal que estaban haciendo; es por ello que Dios creó en un instante el infierno, lugar de tormento, y en él precipito a los malos Ángeles.
Como se decía mas arriba, el jefe de la rebelión fue Lucifer, pasando a ser el más horrible de los Ángeles rebeldes. Es por eso que la Sagrada Escritura le llama “Satanás”, que significa: Enemigo.
Lucifer perdió su esplendor, pero no su inteligencia, ni su poder, y así con el resto de los Ángeles rebeldes.
Caer desde la más alta felicidad al supremo dolor, fue para los rebeldes el colmo de la desesperación. No podían resignarse a tal pena. El odio hacia Dios, el Justo, empezó a corroerles pues el pensamiento de que algún día los hombres irían al Cielo, tomándoles el sitio, les sumía en una implacable envidia.
Es por ello que todos proyectaron vengarse, no contra Dios directamente pues es imposible, pero contra sus criaturas, tentándolas en la revuelta hacia su Creador, para que ellas también caigan al infierno.


LA OBRA DEL DEMONIO
Dios podría haber provocado que los demonios fueran importantes, relegados en el abismo sin capacidad para dañar. Por hechos constatados sabemos que Nuestro Señor le ha dejado cierta libertad a Lucifer y sus secuaces, libertad limitada pero real. ¿Porqué?. Podemos pensar que la Providencia utiliza la obra de los demonios para aumentar en el cielo la gloria de sus Elegidos. El que, en efecto es tentado y resiste, gana mérito eterno.
Dios a dotado al hombre de voluntad libre, capaz de escoger entre el bien y el mal. Si esa voluntad tornase hacia el bien merece una recompensa, si lo hace hacia el mal merece un castigo, justa exigencia del Supremo Hacedor.
El demonio es como un perro atado. Puede ladrar, intimidar, pero no puede morder a los que a él se acercan; tiene el poder de sugerir el mal, puede tentar, pero JAMAS puede contradecir la voluntad de una persona. De no ser así el hombre No sería libre. Aun así, los demonios siendo espíritus puros, invisibles y dotados de una gran inteligencia y voluntad, conocen los elementos que componen la materia y pueden actuar sobre ella incluso “colarse” en un cuerpo de hombre, mujer, animal,…
Pero lo que mejor tiene el demonio es haber conseguido que Adán y Eva cometieran el pecado original. Fue su ruina directa e indirectamente arruinó a sus descendientes, que no pudieron heredar de su padres lo que estos habían perdido. El demonio aprovechó muy bien esta situación que él mismo provocó para desarrollar su obra con mayor eficacia pues durante los miles años que precedieron la venida del Mesías, el demonio actuaba, con la idolatría, como dueño del mundo.
Con la venida de Nuestro Señor, el reino del infierno tambaleó, pues aunque alguna libertad mantuvieron, millones de almas practicantes de la más absoluta de las idolatrías abrazaron la verdadera religión, pasando de practicar el vicio a la pureza y de pasar del odio al amor, incluyendo sus enemigos.



¿PERO QUE ES EL INFIERNO?
Es a la vez un lugar y un estado. Los demonios, aunque relegados al infierno (lugar) pueden discurrir por el mundo, pero ahí donde vayan llevan el infierno con ellos (estado), pues el castigo de Dios pesa continuamente sobre ellos. Es por ello que la Iglesia Católica prescribe la oración al Arcángel San miguel: O Príncipe de la Celestial Milicia, lanza al infierno a Satanás y los otros espíritus malignos, …
¿pero entonces que hacen los demonios? Los demonios que merodean por el mundo tienen por misión arruinar al hombre y todo aquello que le pertenece; para eso no solo tientan al hombre sino que pueden tomar posesión de un cuerpo, atormentar a los animales, azotar la tranquilidad del viento, … No debemos olvidar que los demonios nos hacen responsables de su desgracia, por ello el ODIO que nos profesan es infinito, nos ENVIDIAN pues nosotros nos podemos salvar, y no vale el argumento: “es su problema”. Cuando uno tiene un vecino malo, que nos perturba nuestra paz, no es “su problema”, es el nuestro.
El reino de Satanás está bien estructurado y organizado, de la misma forma que San miguel tiene a su mando coros angelicales, que a su vez mandan sobre coros inferiores, así mismo Lucifer tiene jefes que mandan a otros y así hasta completar un ejército de ODIO. En los ejércitos no todos los soldados acometen tareas idénticas, hay especialistas en explosivos, en defensa aérea, … Algo semejante ocurre en el ejército infernal: hay especialistas en tentar para la blasfemia, para el homicidio, para la murmuración, la impureza,…
Los hay más o menos eficaces en la lucha contra el bien y no todos obtienen los mismos resultados. Cuando Lucifer quiere librar una gran batalla escoge a sus mejores huestes. Jesucristo confirió a sus Apóstoles el poder de echar a los demonios de los cuerpos poseídos, y lo lograban fácilmente; tan es así que el impetuoso San Pedro dijo: Señor, los demonios nos están sometidos!. Pero hubo una vez que no consiguieron librar a un joven de una posesión. Este joven se torno a Jesús y fue liberado. Los apóstoles le preguntaron: ¿Por qué no hemos podido liberarlo nosotros?. Jesús les respondió: este tipo de demonio solo puede echarse por el ayuno y la oración.
San Marcos, que es quien lo relata, dice que el demonio era un espíritu inmundo, es decir el demonio de la impureza con una fuerza tan elevada que ni los Apóstoles consiguieron echarlo.

¿CÓMO CUANDO Y DONDE ACTÚAN?
Para entender bien como actúan los demonios hay que repetir y sintetizar una serie de elementos: Respecto de los demonios: Son espíritus puros están dotados de una inteligencia y voluntad muy superior a la nuestra. Nos ODIAN y nos ENVIDIAN Están permanentemente atormentados. Conocen nuestro pasado, pero no pueden conocer nuestro futuro. No pueden saber lo que pensamos Pueden “adivinar”, mejor dicho prever, lo que pensamos o vamos a hacer porque son muy listos.
Nunca pueden doblegar nuestra voluntad. Nos tientan desde que nacemos hasta nuestra muerte.

Respecto de nosotros:
Tenemos el pecado original., es decir una “predisposición” a hacer el mal. Somos menos inteligentes que los demonios, pero nos creemos más inteligentes.
Tenemos la asistencia de nuestro Ángel de la guarda.
Tenemos a nuestra disposición todas las gracias necesarias.
Tenemos la promesa de Nuestro Señor que NUNCA seremos tentados más allá de nuestras fuerzas.
Tenemos la ayuda PERMANENTE de Nuestra Señora y de todos los Santos.
En cuanto más virtuosos seamos, más tentaciones (o más fuertes) vamos a recibir.


MOMENTOS Y FORMAS
Dicho esto vamos a citar algunos de los momentos y formas en las que actúa el demonio:
Los momentos en los que más le gusta tentarnos es cuando estamos a punto de practicar de manera señalada alguna virtud, y sobre todo cuando vamos a recibir algún tipo de sacramento. Vamos a ilustrarlo con algún ejemplo y luego transcribiremos algún pasaje del libro “Cartas del diablo a su sobrino”.
Pasando revista el día, la semana, el mes y el año podemos tener como ejemplos:

-Cuando vamos a rezar la oración de la mañana: distracciones con cosas “importantes” de nuestro día, con las prisas (pereza por no levantarse antes), con nuestra imperiosa y larga necesidad de “arreglarnos y pomponearnos”,…
-Al acostarnos con la oración de la noche. Estamos muy cansados, tenemos un libro muy interesante que leer, una película que ver, …
-Cuando el rezo del rosario: es una de las cosas que mas fastidia al demonio, por ello nos tentará con mil cosas para no rezarlo, y si ve que lo rezamos, el distraernos con cualquier cosa y forma para que recemos de forma rutinaria y mecánica.
-Cuando vamos a confesarnos-otra cosa que le fastidia mucho: primero en el examen de conciencia, para que este sea incompleto, después en el dolor de los pecados, diciéndonos “no es tan grave, no pasa nada, …”,a continuación en el propósito de enmienda. “si lo hago, … me vuelvo a confesar y ya está”, después en la propia confesión con olvidos repentinos, imprecisión en la exposición de los pecados, … y para rematarla en el cumplimiento de la penitencia con distracciones, rapidez, falta de piedad.
-Lo mismo pasa con el resto de los sacramentos, en particular el de la Eucaristía, ya sea con una mala confesión previa, con distracciones para no tener el alma en buena disposición, …
Con nuestro hijos –sabe que está trabajando para el futuro: nos proporcionará mil tentaciones para malcriar a nuestros hijos con nuestros malos ejemplos, con nuestras perezas, con nuestro vocabulario, con nuestro cansancio (es más cómodo que vean una película a ocuparnos de ellos, escuchándolos, jugando, …) con nuestra falta de humildad y caridad hacia el prójimo,…
-Con nuestra “conciencia” de hombre. Respeto humano, mal menor (pero mal al fin y al cabo), tolerancia del mal, obediencia al hombre antes que a Dios,…
-Con nuestra forma de priorizar las cosas: primero nuestra comodidad, nuestra sociabilidad, nuestro estatus social y el de nuestros hijos, nuestra bonita casa, piso, coche, video, piscina, ropa último modelo, jardín, nuestro trabajo bien visto, …, y luego a Dios y que no moleste mucho, en privado, que nadie se entere. Es fascinante intentar hacer el bien en organizaciones que son algo buenas, o en la política (en partidos políticos totalmente ateos o liberales, aunque haya gente buena), o en mil asuntos que socialmente son muy interesantes olvidándonos de uno de los principios morales más importantes: del mal NUNCA sale el bien.


Veamos algunos de los ejemplos del libro citado:

“.. Solo veo una cosa que hacer por el momento. Tu paciente se ha hecho humilde: ¿le has llamado la atención sobre este hecho? Todas las virtudes son menos formidables para nosotros una vez que el hombre es consciente de que las tiene, pero esto es particularmente cierto de la humildad.
“.. En consecuencia debes ocultarle al paciente la verdadera finalidad de la humildad.”
“Si por el contrario, es consciente de que le pueden esperar cosas horribles, y reza para pedir las virtudes necesarias para enfrentarse con tales horrores, y entretanto se ocupa del presente, porque en éste, y sólo en éste, residen todos los deberes, toda la gracia, toda la sabiduría y todo el placer, su estado es enormemente indeseable y debe ser inmediatamente atacado…”
“..El sentimiento de propiedad en general debe estimularse siempre. Los humanos siempre están reclamando propiedades que resultan igualmente ridículas en el cielo y en el infierno, y debemos conseguir que lo sigan haciendo. Gran parte de la resistencia moderna a la castidad procede de la creencia de que los hombres son “propietarios” de sus cuerpos; es como si un infante a quien su padre a colocado, con cariño, como gobernador titular de una gran provincia, bajo el auténtico mando de sabios consejeros, llegase a imaginarse que realmente son suyas las ciudades, los bosques, los maizales, del mismo modo que son suyos los ladrillos del suelo de su cuarto…”
…ya que tu paciente ha contraído el terrible hábito de la piedad, probablemente seguirá rezando oraciones hagas lo que hagas. Pero puedes preocuparle con la obsesionante sospecha de que tal práctica es absurda y no puede tener resultados objetivos. No olvides usar el razonamiento: “Cara, yo gano; cruz, tu pierdes”. Si no ocurre lo que el pide, entonces eso es una prueba más de que las oraciones de petición no sirven, si ocurre, será capaz, naturalmente, de ver algunas causas físicas que condujeron a ello, y por tanto, hubiese ocurrido de igual modo, y así una petición concedida resulta tan buena prueba como una denegada de que las oraciones son ineficientes..”
“.. Y puesto que no podemos engañar continuamente a toda la raza humana, resulta de la máxima importancia aislar así a cada generación de las demás; porque cuando el conocimiento circula libremente entre unas épocas y otras, existe siempre el peligro de que los errores característicos de una puedan ser corregidos por las verdades características de otras…”
Este última cita es clave para entender como ha sido posible que el último concilio ha abierto las puertas al compendio de todas las herejías anteriores sin que prácticamente nadie se diera cuenta y en la actualidad la mayoría del mundo que se dice católico ha dejado de serlo. Y si no me creen, averigüen cuantas personas creen, hoy en día, en la presencia real de Nuestro Señor en la Eucaristía, y verán con pavor que ni siquiera una parte importantes del clero lo cree –es decir que como poco son protestantes.




COMO DEFENDERNOS:
Es evidente que quienes mejor pueden contestar a esta pregunta son sacerdotes y doctas personas, así que nos vamos a limitar a explicar las cosas más sencillas y fáciles de retener, que son dos:
La primera es la de terminar de aceptar en todos y cada uno de los momentos de nuestra vida nuestra total sumisión, abandono y confianza en Dios. Si de verdad conseguimos abandonarnos y confiar ciegamente en la Divina Providencia, habremos conseguido dotarnos de una de las mejores armas para resistir a la tentación.
La segunda es … ¡pedir a Dios que nos de la primera!. Esto quiere decir que no debemos tener miedo de pedir a Dios que nos haga fuerte en nuestras VIRTUDES, no en nuestra cuenta corriente, no en nuestra comodidad, no en nuestra salud, etc. Y para ello ¿a quien acudir?: a la Santísima Virgen maría!!!!!

P. Banizzetti



Arcángel San Miguel, Príncipe de la Milicia Celestial.
¿QUIEN COMO DIOS?



Texto tomado de la revista “Familias Católicas” nº6.