San Pío X, cuando iba a beatificar a Santa Juana de Arco, encargaba al obispo de Orleans: «Decid a los franceses que hagan su tesoro de los testamentos de San Remigio, de Carlomagno, de San Luis, que se resumen en estas palabras tan repetidas por la heroína de Orleáns: Viva Cristo que es el Rey de Francia.»
En la beatificación del Cura de Ars (1905) había dicho: esto «prueba que Dios mantiene su predilección por Francia; muy pronto obrará prodigios que nos darán la alegría de constatarlo por los hechos».
Y el 27 de noviembre de 1911: «El pueblo que hizo alianza con Dios en las fuentes bautismales de Reims se arrepentirá y volverá a su primitiva vocación.., y el Señor le dirá: Hija primogénita de la Iglesia, nación predestinada, vaso de elección, ve a llevar mi nombre a todos los pueblos y a todos los reyes de la tierra.»
EL TIEMPO QUE SE APROXIMA
P. José Luis Urrutia, S.J.