martes, 15 de agosto de 2023

La Asunción de la Santísima Virgen María - 15 de Agosto

 



Oración del Papa Pío XII para la Fiesta de la

 Asunción de la Santísima Virgen María

Al definir el papa Pío XII el dogma de la Asunción de María Santísima en cuerpo y alma al cielo, compuso la siguiente oración, cuyo rezo se recomienda en esta fiesta para conmemorar el Misterio e implorar la protección de la Reina del Cielo. 


¡Oh Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Madre de los hombres!: 

Nosotros creemos con todo el fervor de nuestra fe en vuestra Asunción triunfal en alma y cuerpo al cielo, donde sois aclamada Reina por todos los coros de los Ángeles y por toda las legiones de los Santos: nos unimos a ellos para alabar y bendecir al Señor, que os ha exaltado sobre todas las demás criaturas, y para ofreceros el anhelo de nuestra devoción y de nuestro amor.

Nosotros sabemos que vuestra mirada, que acariciaba maternalmente la humanidad humilde y doliente de Jesús en la tierra, se sacia en el cielo con la vista de la humanidad gloriosa de la Sabiduría increada y que la alegría de vuestra alma al contemplar cara a cara a la Trinidad adorable hace saltar vuestro Corazón de inefables ternuras: nosotros pobres pecadores, a quienes el cuerpo entorpece el vuelo del alma, os suplicamos purifiquéis nuestros sentidos, para que ya desde ahora aprendamos a gustar a Dios, a Dios solo, en los encantos de las criaturas. 

Nosotros confiamos en que vuestros ojos misericordiosos se inclinan hacia nuestras miserias y nuestros dolores, hacia nuestros combates y nuestras debilidades; que vuestros labios sonrían a nuestras alegrías y nuestras victorias;  que oigáis la voz de Jesús que os dice de cada uno de nosotros, como de su discípulo amado: "He aquí a tu hijo". Y nosotros, que os invocamos como Madre nuestra, como Juan, os tomamos por guía, fortaleza y consuelo en nuestra vida mortal. 

Nosotros tenemos la certeza de que vuestros ojos, que lloraron sobre la tierra regada con la sangre de Jesús, se vuelven aún hacia este mundo atormentado con las guerras, con las persecuciones, con la opresión de los justos y de los débiles. Y entre las tinieblas de este valle de lágrimas esperamos de vuestra celestial mirada y dulce piedad alivio para las penas de nuestros corazones, para las pruebas de la Iglesia y de nuestra Patria. 

Nosotros creemos que en la gloria, donde reináis vestida del sol y coronada de estrellas, Vos sois, después de Jesús, el gozo y la alegría de todos los Ángeles y de todos los Santos. Y desde esta tierra, donde caminamos como peregrinos, confortados por la fe de la futura resurrección, miramos hacia Vos, vida, dulzura y esperanza nuestra; atraednos con la suavidad de vuestra voz para mostrarnos un día, después de nuestro destierro, a Jesús fruto bendito de vuestro vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!.