domingo, 13 de agosto de 2023

Palabras del Creador a la esposa acerca del esplendor de su poder, sabiduría y virtud. Santa Brígida




Palabras del Creador a la esposa acerca del esplendor de su poder, la sabiduría y la virtud, y sobre cómo aquellos que ahora se dicen que son sabios son los que más pecan contra Él.


Yo soy el Creador del Cielo y la tierra. Tengo tres cualidades. Soy el más poderoso, el más sabio y el más virtuoso. Soy tan poderoso que los ángeles me honran en el Cielo, y en el infierno los demonios no se atreven a mirarme. Todos los elementos responden a mis órdenes y llamada. Soy tan sabio que nadie consigue alcanzar mi conocimiento. Mi sabiduría es tal que sé todo lo que ha sido y lo que será. Soy tan racional que ni siquiera la más mínima cosa, ni un gusano ni ningún otro animal, por deforme que parezca, se ha hecho sin causa. También soy tan virtuoso que todo el bien emana de mí como de un manantial abundante, y toda la dulzura viene de mí como de una buena viña. 

Sin mí, nadie puede ser poderoso, nadie es sabio, nadie es virtuoso. Por esto, los hombres poderosos del mundo pecan contra mí en exceso. Les he dado fuerza y poder para que puedan honrarme, pero se atribuyen el honor a sí mismos, como si lo hubieran obtenido por sí mismos. Los desgraciados no consideran su imbecilidad. Si les enviara la más mínima enfermedad, ellos inmediatamente se derrumbarían y todo para ellos perdería su valor. ¿Cómo, pues, van a ser capaces de soportar mi poder y los castigos de la eternidad? Pero aquellos que ahora se dicen sabios, pecan aún más contra mí. Porque les di el sentido, el entendimiento y la sabiduría, para que me amaran, pero lo único que entienden es su propio provecho temporal. Tienen ojos en su cara, pero tan sólo miran a sus propios placeres. 

Están ciegos hasta para darme las gracias a mí, que les he dado todo, pues nadie, ni bueno ni malo, puede percibir o comprender nada sin mí, aún cuando permita a los malvados inclinar su voluntad hacia lo que desean. Tampoco nadie puede ser virtuoso sin mí. Ahora podría usar un proverbio común: ‘Todos desprecian al hombre paciente’. Debido a mi paciencia, todos creen que soy un pobre fatuo y es por esto que me miran con desprecio. ¡Pero pobre de ellos cuando, después de tanta paciencia, les haga su sentencia! Ante mí serán como fango que se desliza hacia las profundidades sin parar, hasta llegar a la parte más baja del infierno.

Profecías y Revelaciones de Santa Brígida
Libro 1 - Capitulo 19