sábado, 18 de octubre de 2025

Oración de San Buenaventura a Jesús Sacramentado

 


Concede que mi alma pueda anhelarte 

Traspasa, dulcísimo Jesús y Señor mío,
la médula de mi alma con el suavisísimo
y saludabilísimo dardo de tu amor
con la verdadera, pura y santísima caridad apostólica,
a fin de que mi alma desfallezca y se derrita siempre sólo en amarte
y en deseo de poseerte: que por Ti suspire,
y desfallezca por hallarse en los atrios de tu Casa;
anhele ser desligado del cuerpo para unirse contigo.

Haz que mi alma tenga hambre de Ti, Pan de los Ángeles,
alimento de las almas santas, Pan nuestro de cada día,
lleno de fuerza, de toda dulzura y sabor, y de todo suave deleite. 

Oh Jesús, en quien se desean mirar los Ángeles:
tenga siempre mi corazón hambre de Ti,
y el interior de mi alma rebose con la dulzura de tu sabor.

Tenga siempre sed de Ti, fuente de vida,
manantial de sabiduría y de ciencia,
río de luz eterna, torrente de delicias,
abundancia de la Casa de Dios.

Que te desee, te busque, te halle;
que a Ti vaya y a Ti llegue; en Ti piense, de Ti hable,
y todas mis acciones encamine a honra y gloria de tu nombre,
con humildad y discreción, con amor y deleite, con facilidad y afecto,
con perseverancia hasta el fin.

Para que Tú solo seas siempre mi esperanza,
toda mi confianza, mi riqueza
mi deleite, mi contento, mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad,
mi paz, mi suavidad, mi perfume, mi dulzura, mi comida,
mi alimento, mi refugio, mi auxilio, mi sabiduría, mi herencia,
mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija y firme e inconmoviblemente
arraigada mi alma y mi corazón. 

Amén.

jueves, 9 de octubre de 2025

La Virgen María en ejemplos 18: La Madre Celestial premia la virtud

 


Un caso curioso me viene a la memoria: Una muchacha de veintiún años mantenía relaciones amorosas con un joven de veintitrés años. Y un día me dijo ella, muy apenada, que ese joven no iba ya a verla, por lo que se sentía triste y desesperada. 

Le pregunté cuál fuese el motivo de ese apartamiento del joven de que me hablaba, y entonces me declaró lo siguiente: «Porque él había empezado a molestarme, pretendiendo consintiera algunas libertades que no me gustan; y le dije que hablaba con él porque le creía un hombre formal y respetuoso, y me disgustaban las excesivas libertades entre nosotros, pues yo siempre suspiraba por llegar al matrimonio con un hombre que supiera respetar a la novia hasta ese día. 

»El que yo dijera esto, le disgustó y se fue; y pasa el tiempo y no vuelve. Y esto me entristece y apena, porque, en verdad, yo le quiero mucho, puesto que lo creo bueno en el fondo. 

»—No sé qué hacer, Padre! Aconséjeme...

«Le di una estampa de las tres Avemarías, diciéndole que encomendara su problema de amor a la Santísima Virgen, y no se acostara ningún día sin rezarle las tres Avemarías. 

Pasó algún tiempo, y la muchacha perseveraba en el rezo y la confianza en la Madre de Dios; y un día, estando aquélla pensando precisamente en el joven que la tenía enamorada, se presentó éste en su casa, pidiéndole perdón por su mal comportamiento anterior y prometiéndole que en adelante se portaría como novio que sabe respetar a la novia, y manifestando su deseo y propósito de casarse cuanto antes. 

Ella, contentísima, me visitó, diciendo: «Padre: esto ha sido un prodigio de la práctica de las tres Avemarías. ¡La Virgen me ha escuchado!... ¡Le he contado a él lo ocurrido, y ahora no dejamos los dos de rezar diariamente las tres Avemarías, a la vez que con la natural alegría e ilusión preparamos la celebración de nuestro matrimonio para el mes de agosto de este año»... 

¡Veis ahí otra «pequeña maravilla» de la Santísima Virgen, realizada en favor de quien la invocó con fe y confiadamente rezándole uno y otro día las tres Avemarías!... 

(P. José Eguizábal, S. J. — Iglesia de Santo Domingo, Managua-Nicaragua, 5 de mayo de 1969.) 
(«Los asombrosos frutos de una sencilla devoción»)

lunes, 6 de octubre de 2025

Los Santos y el Santo Sacrificio de la Misa

 


San Juan María Vianney: "Todas las buenas obras del mundo reunidas, no equivalen al Santo Sacrificio de la Misa, porque son obras de los hombres, mientras que la Misa es obra de Dios"

San Francisco de Asís: "El hombre debería temblar, el mundo debería vibrar, el Cielo entero debería conmoverse profundamente cuando el Hijo de Dios aparece sobre el altar en las manos del sacerdote".

San Juan María Vianney: "Si conociéramos el valor de La Santa Misa nos moriríamos de alegría".

San Pío de Pietrelcina: "Cuando asistas a la Santa Misa, renueva tu fe y medita en la Víctima que se inmola por ti a la Divina Justicia, para aplacarla y hacerla propicia. No te alejes del altar sin derramar lágrimas de dolor y de amor a Jesús, crucificado por tu salvación. La Virgen Dolorosa te acompañará y será tu dulce inspiración".

Santa Teresa de Jesús: "Sin la Santa Misa, ¿qué sería de nosotros? Todos aquí abajo pereceríamos ya que únicamente eso puede detener el brazo de Dios. Sin ella, ciertamente que la Iglesia no duraría y el mundo estaría perdido sin remedio".

En cierta ocasión, Santa Teresa se sentía inundada de la bondad de Dios. Entonces le hizo esta pregunta a Nuestro Señor: “Señor mío, “¿cómo Os podré agradecer?” Nuestro Señor le contestó: “ASISTID A UNA MISA”. 

San Bernardo: "Uno obtiene más mérito asistiendo a una Santa Misa con devoción, que repartiendo todo lo suyo a los pobres y viajando por todo el mundo en peregrinación".

San Anselmo: "Una sola Misa ofrecida y oída en vida con devoción, por el bien propio, puede valer más que mil misas celebradas por la misma intención, después de la muerte".

San Gregorio el Grande, Papa: "Por cada Santa Misa celebrada u oída con devoción, muchas almas salen del Purgatorio, y a las que allí quedan se les disminuyen las penas que padecen".

Santo Tomás de Aquino: "La celebración de la Santa Misa tiene tanto valor como la muerte de Jesús en la Cruz".

San Alfonso de Ligorio: "El mismo Dios no puede hacer una acción más sagrada y más grande que la celebración de una Santa Misa". 

San Pío de Pietrelcina: "Sería más fácil que el mundo sobreviviera sin el sol, que sin la Santa misa"

San Bernardino de Siena: "La Misa es el don mas grande que se puede ofrecer al Señor por las almas, para sacarlas del Purgatorio, librarlas de sus penas y llevarlas a gozar de la Gloria".

San Pío de Pietrelcina: "Cada Santa Misa escuchada con atención y devoción produce en nuestra alma efectos maravillosos, abundantes gracias espirituales".

San Gregorio el Grande, Papa: "Durante la celebración de la Misa se suspenden las penas de las almas por quienes ruega y ora el sacerdote, y especialmente de aquellas por quienes se ofrece la Misa".

San Cesáreo de Arlés: El que quiere oír Misa entera con grandes ventajas de su alma, debe estar en la Iglesia con humilde postura de su cuerpo, y con el corazón contrito, hasta tanto que se haya dicho la oración del Señor, y se haya echado la bendición al pueblo.

San Juan Crisóstomo: Cuando el Cordero es inmolado, los Serafines están presentes y cubren su rostro con sus seis alas. Mientras estamos en esta vida, este sacrificio transforma la tierra en Cielo.

Beato Tomas de Kempis:  Cuando el sacerdote celebra la Santa Misa, honra a Dios, alegra a los Ángeles, edifica a la Iglesia, ayuda a los vivos, da descanso a los difuntos y participa de todos los bienes.

jueves, 2 de octubre de 2025

Los Santos Ángeles de la Guarda - 2 de Octubre



El Altísimo mandó a sus ángeles que cuidasen 
de ti; los cuales te guardarán en cuantos 
 pasos dieres; te llevarán en sus manos; 
 no sea que tropiece tu pie contra la piedra, 
(Salmo, 90, 11-12). 


Los hijos de los reyes no salen sino escoltados de personas encargadas de velar por ellos y defenderlos en caso de necesidad. Pues bien, todos los cristianos se han vuelto, por su bautismo, hijos del Rey de los cielos. Es por esto que Dios da a cada persona un compañero fiel encargado de guardarla, conducirla y gobernarla. Este compañero es nuestro ángel de la guarda. Debemos, en este día de su fiesta, agradecer a la bondad divina por este singular favor; y, al mismo tiempo, dar gracias a estos espíritus bienaventurados por la solicitud con que velan sobre nosotros y nos acompañan desde la cuna hasta la tumba. Es la finalidad que persigue la Iglesia al establecer la fiesta de hoy. 


MEDITACIÓN SOBRE LOS ÁNGELES DE LA GUARDA 

I. Admira la bondad de Dios que ha destinado a un príncipe de su corte a que vele sobre tu conducta. Tu ángel de la guarda día y noche se mantiene a tu lado; te defiende contra el demonio y las tentaciones; te inspira santos pensamientos; te desvía del mal; intercede por ti ante Dios. Agradece a Dios la bondad que te demuestra al darte un conductor tan fiel y tan caritativo, y ve en esta gracia una prueba de la estima que tiene de tu alma. Agradece a tu ángel custodio por los servicios que te presta; pídele los continúe hasta tu muerte. 

II. Ten profundo respeto por tu ángel y demuéstraselo todos los días con alguna oración. No maltrates, no escandalices a nadie; acuérdate de la palabra del Señor que te prohíbe escandalizar a los pequeñuelos, porque sus ángeles ven siempre el rostro de su Padre. Estos ángeles vengarán el daño que hicieres a quienes están a su cuidado. Si trabajas por convertir a algún pecador, ruega a su ángel custodio que te ayude. Honra a tu ángel de la guarda. No hagas en su presencia lo que no harías en presencia de una persona respetable. (San Bernardo). 

III. Considera a tu ángel custodio como al mejor amigo que tienes en este mundo. Él es fiel, no te abandonará en tus necesidades. Está infinitamente iluminado, consúltalo en tus dudas: no te engañará. Es poderoso para socorrerte: tiene más poder, más inteligencia y más fuerza que los hombres en quienes pones tu confianza. Escucha lo que te inspira. ¡Ah! si tuvieses un poco de fe, nada temerías, sabiendo que tu ángel está contigo. 

La devoción a los ángeles custodios 
Orad por los viajeros. 

ORACIÓN 
Oh Dios, que, por inefable providencia, os dignáis enviar a vuestros santos ángeles para que nos guarden, conceded a nuestras humildes súplicas la gracia de ser sostenidas por su protección, y el gozo de ser en la eternidad los compañeros de su gloria. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. (1642-1718) 
IINTROÍBO AD ALTARE DEI: SANTORAL (P. Juan Esteban Grosez, SJ)