lunes, 8 de diciembre de 2025

La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María - 8 de Diciembre

 


Salve, llena eres de gracia; 
el Señor es contigo. 
(Lucas, 1, 28). 

La Virgen María, por un privilegio único en vista de su destino divino, fue concebida sin pecado. Nunca el demonio tuvo poder alguno sobre Ella, porque estuvo exenta de pecado original. Debes honrar muy especialmente esta prerrogativa de la Madre de Dios, porque es el comienzo de su santificación y de su gloria. Regocíjate con Ella por la dicha que tuvo de ser librada del pecado de Adán, y recibir más gracias, en ese momento feliz de su Concepción, que la que nunca poseyeron los hombres y los ángeles juntos.


MEDITACIÓN SOBRE 
LA INMACULADA CONCEPCIÓN 

I. María fue concebida sin pecado; es éste un favor que Dios pudo hacerle, porque nada es imposible para su omnipotencia. Reina de los Ángeles, Madre de mi Salvador, estoy lleno de alegría cuando considero que el pecado nunca entró en vuestra alma, y habéis estado plena de gracias desde vuestra concepción. Lo creo, Virgen Santísima, y por todas partes sostendré el honor de vuestra Inmaculada Concepción. 

II. Dios ha debido por una cierta conveniencia, preservar a María del pecado original. Padre eterno, ¿hubierais podido acaso permitir que vuestra queridísima Hija, la Madre de vuestro Hijo, fuese, aunque sea por un instante, esclava del demonio? ¿Podíais Vos, Espíritu Santo, dejar que penetrara vuestro enemigo en el corazón de vuestra Esposa muy amada? y Vos, Verbo eterno, ¿Podíais dejar que se profanase el templo donde debíais habitar? ¡Oh, no! sería injuriar a vuestro amor filial sólo pensarlo. Creemos, pues, con la Iglesia católica que la Bienaventurada Virgen María ha sido, por privilegio único de Dios, enteramente preservada de la mancha original desde el primer instante de su Concepción. (Pío IX). 

III. Cuando, después de haber puesto nuestros ojos en la Virgen Inmaculada, los bajamos a nosotros mismos, ¡cuán diferentes nos encontramos a nuestra Madre! ¡Nacemos pecadores, vivimos en el crimen y estamos expuestos a morir en el pecado! Pero Vos, Virgen Santa, vendréis en nuestra ayuda: no dejaréis perecer a vuestros hijos. El que recurre a María no puede perecer: es el fundamento de toda esperanza. (San Bernardo). 

 La devoción a la Inmaculada Concepción. 
Orad por las Congregaciones de la Santísima Virgen. 

ORACIÓN 
Oh Dios que, por la Inmaculada Concepción de la Virgen, habéis preparado un santuario digno para vuestro Hijo, dignaos, después de haberlo preservado de toda mancha en previsión de la muerte de este mismo Hijo, concedernos a nosotros, por su intercesión, la gracia de llegar hasta Vos, purificados de toda mancha. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 

AD DIEM ILLUM LAETISSIMUN, Encíclica de San Pío X, anunciando al Orbe Cristiano el Jubileo extraordinario a propósito del aniversario del Dogma de la Inmaculada Concepción, la devoción a la Sma. Virgen, 2/2/1904 
FULGENS CORONA, Encíclica de Pío XII, con motivo del primer centenario de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, 8/9/1953

Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. (1642-1718) 

viernes, 5 de diciembre de 2025

Milagros del Escapulario 23 - Padece graves enfermedades uno que se mofa del Escapulario...

 

Padece graves enfermedades uno que se mofa del Escapulario
y sana luego que lo viste arrepentido

El Rvdo. P. Fr. Pablo de los Santos nos dice que en Praga había un caballero noble, llamado don Juan Bta. Castelo, cuya esposa, doña Bárbara, era devotísima del Santo Escapulario y muy observante en todo cuanto se prescribe para lucrar la Indulgencia Sabatina, de todo lo cual se burlaba el incrédulo esposo, tomándolo a burla y chacota. Lo sufría y lo soportaba con gran paciencia la devota señora, pero un día le dijo: "No tomes a chanza y burla las cosas de la Virgen Santísima, no sea que atraigas sobre ti la cólera y el enojo del Señor." Y nunca tal dijera ni pensara, pues de allí a pocos días le sobrevino una penosa enfermedad, que se fue agravando día por día, hasta perder del todo la vista. Seis meses estuvo así, sin la menor esperanza de remedio, aunque llamó a los más célebres doctores de toda su patria. 

Viéndose en tan lamentable estado, comenzó a cavilar en lo presto que perdió su salud luego que su esposa le sugirió aquella fatídica sentencia. Mas Dios nuestro Señor, que le quería con salud, pero arrepentido, comenzó a infundirle la luz en su alma, a fin de que, conociendo sus yerros, pidiese perdón a Dios arrepentido, poniendo por intercesora a nuestra dulce Madre María. Estando embebido y ensimismado en semejantes ideas, se quedó transportado en un dulce sueño, logrando en él la mejor receta para su salud, pues con la viveza con que el sueño representa las cosas vio a la Virgen Santísima con hábito del Carmen, diciéndole que se impusiera cuanto antes el Santo Escapulario y que con él, juntamente con la vista, recibiría perfecta salud en su alma. Vuelto en sí, contó a su devota esposa lo que le había pasado. Y ella, enajenada de gozo y anhelando que recibiera el Escapulario, llamó inmediatamente a su confesor, el cual se lo impuso, recibiendo al par su confesión más humilde y fervorosa, y al momento de recibir la Sagrada Comunión recuperó de súbito la vista, manifestando el efecto milagroso que la receta, aunque soñada, tuvo un efecto rápido, eficaz y prodigioso. 

Este ejemplo nos manifiesta cuánto abomina Dios el que se tome a burla lo que pertenece a la gloria de su Madre y cuántas gracias hemos de dar a nuestra Madre por conservarnos la fe y el fervor y la esperanza en sus divinas promesas. 

Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen 
por el P. Fr. Juan Fernández Martín, O.C.
Editado en 1956

La Virgen María en ejemplos 20: Curación extraordinaria obtenida con agua de Fátima

 


Aldina dos Prazeres Santos, residente en Mondim da Beira, diócesis de Lamego (Portugal), se matriculó, a los 19 años, en el curso de puericultura de la Maternidad «Julio Dinis», en la ciudad de Oporto. Allí cumplía sus deberes escolares sin descuidar el cumplimiento de sus deberes religiosos. 

A fines de Enero de 1948, fue acometida por una terrible y desconocida enfermedad: grave inflamación en los labios, con una escasa supuración al principio y luego abundante. Una pestilente y nauseabunda llaga, con olor repugnante, cubría sus labios, tanto en la parte interior como exterior. Varios y competentes clínicos la examinaron cuidadosamente: Dra. Lucinda Gouveia, médica del curso de puericultura, Drs. Augusto Barata y Aureliano da Fonseca. Pasaron cuatro meses de ruda probación para esta joven. Intervinieron aún, en el estudio de este caso, los siguientes clínicos: Dr. Goncalves de Azevedo, Dr. Oscar Ribeiro y Dr. Rodrigues Gomes, todos profesores en el referido curso de puericultura en la Maternidad «Julio Dinis», y todos ellos muy competentes. 

Como los síntomas extrínsecos indicaran el escorbuto, fue tratada, sin resultado alguno, de esta enfermedad. Supusieron ser difteria, pero el análisis dio resultado negativo. Aplicaron a la enferma un millón de unidades de penicilina, obteniendo entonces algunas mejoras, que dieron a la enferma esperanzas del completo restablecimiento. Como le era imposible servirse del tenedor y de la cuchara, su alimentación exclusivamente líquida, la hizo enflaquecer extraordinariamente. 

En Abril, las mejoras desaparecieron totalmente, volviendo al estado primitivo. Aldina supo llevar resignadamente tan grave desilusión. Enferma y los médicos desesperaban de la posibilidad de curación. Recurrieron por segunda vez a la penicilina, pero esta vez la enferma empeoró de manera extraordinaria. 


Desengañada de la terapéutica humana, la pobre enferma puso en Dios toda su esperanza: Acudió a Nuestra Señora de Fátima. Doña María Emilia Teixeira, peregrina de Cova de Iría, trajo de allí una vasija con agua. La Virgen podía curarla, si quisiese. Experimentarían. 

El 21 de junio de 1948, cerca de las once, Aldina humedeció por vez primera sus labios con el agua de Fátima, repitiendo durante el día la misma operación. El mismo día, por la tarde, Aldina estaba completamente curada. 

La curación se operó durante pocas horas; fue rápida y completa.

(«La Voz de Fátima», marzo 1951).


Milagros de Fátima.
Fr. Antonio Corredor García o.f.m.

lunes, 1 de diciembre de 2025

San Eloy - 1 de Diciembre



Haga cada uno lo que les es propio, trabaje 
con sus manos como lo hemos ordenado. 
(1 Tesalonicenses, 4, 11) 

San Eloy, nacido cerca de Limoges hacia el año 590 fue, primeramente, orfebre. Hizo dos tronos para Clotario II con el oro destinado para uno solo y esta probidad le valió el puesto de platero del rey. Nombrado obispo de Noyon, en el año 640, nunca iba a la corte de Dagoberto sin haber orado, y un cortejo de pobres lo seguía. Sus austeridades, sus lágrimas, sus milagros y sus predicaciones sobre los cuatro fines del hombre convirtieron a una muchedumbre de idólatras. Murió en el año 659.

 MEDITACIÓN SOBRE EL TRABAJO 

I. El hombre ha nacido para trabajar. Mandó Dios a Adán que cultivase la tierra, y nadie, sea cual fuese su posición, escapa a la ley del trabajo. Imita a Jesucristo que trabajaba con San José en el taller de Nazaret; es el medio para hacerte agradable a Dios, útil a los demás y a ti mismo. Quien trabaja, decían los Padres del desierto, no tiene para combatir sino al demonio de la ociosidad; el que está ocioso, es tentado por todos los otros demonios, porque la ociosidad es la madre de todos los vicios. 

II. Trabaja como hacia San Eloy, ofreciendo a Dios tu trabajo al comienzo del día y de cada una de tus acciones. De tiempo en tiempo renueva esta intención; si hay algo que sufrir, ofrécelo a Jesús crucificado. Terminada tu tarea, examínate y pide perdón a Dios por las faltas que hayas cometido: he aquí el medio para santificar tu trabajo y acumular méritos para la eternidad. Hazlo así en todas tus ocupaciones, tanto corporales como espirituales, sean las que fueren. 

III. No emprendas demasiadas cosas, el exceso de trabajo es tan contrario a la salud como la ociosidad. En efecto, traba tu espíritu con infinidad de afanes que ahogan la devoción y te privan de todo tiempo para pensar en Dios. Recuerda siempre que una sola cosa es necesaria: trabajar en tu salvación. ¿Cómo lo haces tú? Buscas las riquezas, y aunque mucho te hayas afanado, tal vez no las encontrarás; pero a Dios, lo encontrarás siempre que quieras. (San Agustín). 

El recogimiento 
Orad por los que os gobiernan 

ORACIÓN 
Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Eloy, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de la salvación. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. (1642-1718)