jueves, 30 de noviembre de 2023

El Fariseísmo en la Iglesia - Padre José Domingo María Corbató

 



En Luz Católica hemos dado pruebas abundantísimas y terminantes del respeto que tenemos al Clero en general, y particularmente al español: véanse, entre otros, los números. 2, 3, 10 y 23, págs. 18, 22, 45, 147, 152 y 365. Puestos a dar cuenta de todo lo que los profetas anuncian, tenemos cierta obligación de no omitir lo que se refiere al Clero, sin que esto modifique nuestro parecer en pro ni en contra: somos meros copistas; no hacemos tanto como Santos y Venerables citados (ibid.) en la pág. 365. De intento suprimiremos los comentarios: que hablen los profetas, y téngase en cuenta que se refieren terminantemente al Clero de hoy. Si alguien nos recrimina, al final le respondemos. 

«Entre los, llamados a sostener la Iglesia hay cobardes, indignos, falsos pastores, lobos disfrazados con piel de oveja, los cuales no han entrado en el redil más que para seducir las almas sencillas, degollar el rebaño de Jesucristo, entregar la heredad del Señor a las depredaciones de los saqueadores, y los templos y los altares a la profanación... He aquí las amenazas que por esto hace el Señor, con toda la indignación y la saña de su justicia: «¡Ay de los traidores y de los apóstatas! ¡Ay de los que malrotan los bienes de mi Iglesia y de los que menosprecian la autoridad de ésta! Han incurrido en mi indignación; yo pisaré su soberbia audaz, que desaparecerá de mi presencia como el humo que se evapora por el aire, en castigo de sus crímenes. Yo les pediré cuenta de mi herencia... Yo endureceré su corazón y cegaré su espíritu, y cometerán pecados sobre pecados...» (Sor Natividad).

«Tomando el Soberano juez a su cargo la causa de la justicia, castigará a los prevaricadores, y sobre todo a los malos pastores de su Iglesia, permitiendo que se les despoje de sus bienes temporales antes de reducirlos por medio de las tribulaciones». (Santa Hildegarda).

«Señores y grandes prelados, os ruego que os enmendéis, pues de lo contrario, recibiréis grandes castigos. ¡Oh! volved al buen camino, pues lo que os anuncio no son locuras ni tonterías como pensáis». (Beato Bartolomé Saluzzo).

«Muchos morirán entonces impenitentes, porque habrán permanecido sordos a mis palabras e inspiraciones. ¡Ay de ellos, y particularmente de ciertos prelados que engañan a mis ovejas y pretenden ser renovadores y más doctos que Agustín y Tomás! Engáñanse éstos, porque yo permitiré que les avergüencen pueblos abyectos, pero cristianos verdaderos, a los cuales daré una fe firme y estable...

Te aseguro que antes que sucedan estas cosas (la regeneración por el Gran Papa y el Gran Monarca), verán tus hermanas a muchas ovejas mías de los claustros abandonar su instituto, lo cual permitiré en castigo de ellas, porque serán orgullosas y faltarán a las promesas que me hicieron en su profesión... Sus conventos serán suprimidos». (Jesús a la Venerable Sor Dominga del Paraíso). 

«¡Ay de los religiosos y religiosas que no observen sus reglas! ¡Ay de todos los sacerdotes indignos de todos los seglares que se dan al libertinaje y siguen las falsas máximas de la moderna filosofía, condenada por la Iglesia, como contraria a los preceptos del Evangelio! Esos miserables, por su detestable conducta, negando la fe de Jesucristo, perecerán bajo el peso del brazo exterminador de la justicia de Dios, de la cual nadie escapará». (Venerable Sor Isabel Canori Mora).

«En medio de este horrible desastre, un grito se oye por todas partes: ¡Ay de los sacerdotes infieles, a su vocación! ¡Ay de los falsos servidores de Dios! ¡Ay de los que menosprecian sus obligaciones! ¡Ay de los que ponen obstáculos al bien!».
(Citada en el capítulo anterior)

«Los preceptos divinos y humanos serán despreciados: los sagrados Cánones se tendrán por nada, haciendo el Clero igual caso de la disciplina que el pueblo de la política». (Venerable Bartolome Holzhauser).

«La virtud en aquellos días será vilipendiada por el silencio de varios predicadores; por otros será conculcada y otros renegarán de ella. La santidad será burlada, y por esto Jesucristo les mandará, no un Pastor, sino un exterminador». (San Francisco de Asís).

«Vi la Basílica de San Pedro (figura de la iglesia Universal), entregada a un inmenso gentío de demoledores... Los más hábiles de entre ellos, los que procedían sistemáticamente y conforme a las reglas, llevaban unos mandiles blancos (francmasones). Con gran dolor mío vi entre ellos algunos sacerdotes católicos... Mi guía me advirtió al mismo tiempo, que en tanto yo pueda, pida y encargue a los demás que pidan por los pecadores, y particularmente por los sacerdotes infieles a su vocación... Otros rezaban el Breviario con tibieza y llevaban al propio tiempo una piedra pequeñita bajo su manto, como una cosa rara, o la pasaban a otras manos. Pareciame que no tenían seguridad, ni arraigo, ni método, y que ni siquiera sabían lo que se debía hacer. ¡Me daba lástima!» (Venerable Ana Catalina Emmerich).

«Pareciame ver en medio de aquella baraúnda un gran trono; vi a los bandidos derribar ese trono (en otro capítulo diremos qué trono es). Todo llegó entonces a su colmo; el mundo entero me parecía una ruina y un desorden... Pero lo que más llamaba mi atención eran los sacerdotes. Vi un gran número de ellos que, cuando se vieron cogidos, se ponían de parte de los malos; pero fueron confundidas sus esperanzas y perecieron miserablemente. Me parecía que esta gran crisis no duraba mucho tiempo, y que después de esto se respiraba otra atmósfera; la paz de Dios...» (Profecía del Padre Cartujo, citada en el artículo anterior).

«Esta mañana (11 de Marzo de 1872), he visto en la Santa Comunión a Jesús orando, los ojos hacia el cielo, las manos juntas y fuertemente puestas sobre su pecho adorable. Estaba sumido en tristeza tal, que yo no he podido menos de llorar. Obligada interiormente a pedir por las almas consagradas a Dios, comencé a implorar para ellas la divina misericordia. «Hija mía, me dijo entonces Jesús, por mis sacerdotes es por quienes yo oro y padezco en este día». Hizome comprender al propio tiempo cuánto le afligían, y que si se ven necesitados es por culpa de ellos». (Venerable Sor Imelda).

«Si en todo esto no fuera el Señor ofendido, ninguna pena tendría yo; pero no es así, pues las dudas y las reflexiones de algunos ministros suyos, lejos de reanimar la fe en las almas, no hacen más que apagarla, y esto es una gran desgracia por la que se les harán cargos muy graves». (Magdalena de la Vendée).

«Hija mía, ¡cuántos ministros de mis altares hay que más bien impiden que fomentan la salud de las almas! Con sus festines, sus juegos, sus dilapidaciones, han cometido latrocinios en los bienes de la Iglesia, robando el sustento a los pobres y diciendo con intolerable orgullo: estas rentas son nuestras, sin cargo ni obligación alguna. ¡Qué usurpación! ¡Qué sacrilegio!... ¿Lo creerás, hija mía? Hay en mi Iglesia muchos Judas que me han traicionado y vendido; he sido abandonado y renegado de ellos; se libró Barrabás, pero yo he sido condenado a muerte y cruelmente azotado y coronado de espinas; herido cubierto de oprobio de ignominia y llevado al suplicio para ser otra vez sacrificado... ¿Qué castigo no merecen tantos y tan sangrientos ultrajes?» (El Señor a Sor Natividad)

«Antes que llegue la paz (del Gran Monarca), el afán de riquezas llevará los hombres a negar la fe; y muchos ministros de la Iglesia, llevados de la voluptuosidad carnal y de la belleza y lascivia de las mujeres, abandonarán el celibato y por donde quiera irá el demonio libre entre ellos». (Venerable Bartolomé Holzhauser).

«Agitación, turbulencia, armas, sangre, apostasía: una mitra afea el altar (en Italia), muchos sacerdotes y religiosos le ayudan y forman su corona de ignominia. Otras mitras débiles reciben lecciones de ánimo de aquellos pequeños que eran objeto de abyecciones y violencias». (Anónima, publicada por Da Macello en Il Valicinatore).

«Voltaire es el Dios de Francia. He escrito al señor Thiers: tanto peor para él y para Francia, si no obra como cristiano; yo he cumplido con mi deber. Cuando se trata de la gloria de Dios, no temo la prisión ni la muerte. Lo que en parte ha perdido a Francia (y a España y las demás naciones), es que el Clero ha temido más al hombre que a Dios. ¡Ah, si yo me extendiera sobre este capítulo!... ¡Pobre Clero, pobre Clero!... Pero no, yo me engaño. Según el Clero, yo soy una ilusa. El Clero es bueno, el Clero es desinteresado, el Clero está lleno de celo, lleno de caridad para con los pobres; ¡el rebaño es malo!...» (Sor María de la Cruz, o Melania, la de la Salette).

La admirable estigmatizada y vidente Lucía Lateau padeció también mucho del Clero. No citamos los padecimientos porque el mismo Clero hizo pasar a otros varios santos profetas; la lista sería larga: continuemos el tema general de este artículo. 

«Paréceme que no me alejaré mucho de la verdad si tomo el vous (vos, o vosotros), de que usaba entonces el Beato (Benito José Labre, comunicando sus revelaciones a su confesor), no como personal, sino como calificativo, de suerte, que no quería hablar de mi persona en particular, sino en general de los sacerdotes que veía cubiertos de manchas, para significar lo que sucedería en Francia respecto del orden sacerdotal, ya física, ya moralmente. Demasiado sabemos que algunos sagrados ministros se han desviado del recto sendero, y que muchos otros que son constantes y fieles, son maltratados...» El Abate Marconi confesor del Beato Benito José, citado por Mr. Desnoyers en la vida del Santo).

«La apostasía será efecto del artificio y de los esfuerzos de las personas constituidas en gobierno, sostenidas por sus subalternos, así del orden civil como del Clero». 

«Llegará a creerse que en la Iglesia todo está perdido... ¡La confusión, la confusión, aun entre los Sacerdotes!» (Magdalena Porsat). «Todos se guiarán por los respetos humanos... y padecerán mis escogidos tan extrañas persecuciones, que vivirán dudosos y perplejos, no sabiendo qué doctrina seguir de tantas como habrá... Ruega por mis escogidos, los cuales no sabrán de qué lado deban inclinarse». (El Señor a Sor Dominga del Paraíso). «Entre los perseguidores habrá tal división de pareceres, que esto colmará de gozo a los apóstatas». (Anónima, citada por Da Macello).

Ruega a Santa Hildegarda el Clero de Colonia, a quien ella había visitado, le diese por escrito «las palabras de vida que de viva voz le había dirigido por inspiración de Dios, y que añadiese a ellas lo que con este motivo le hubiera revelado». La respuesta es una larga carta en que con el acento enérgico de los Profetas y mirando a lo futuro, les echa en cara sus vicios y anuncia los castigos. De esta carta copiamos lo principal en el art. II del presente capitulo. Su carta al Clero de Tréveris, semejante a la de Colonia, arguye también de muchos pecados a dicho Clero, y más en particular al presente. Santa Catalina de Sena escribió también mucho sobre esta materia. Citaremos solamente un pasaje de los que se refieren a la época actual: 

«Para hacerme comprender (Jesús), que las circunstancias en, que se muestra la Iglesia son permitidas para que vuelva a su esplendor, me citaba la Verdad Suprema dos textos del Evangelio: Es necesario que vengan escándalos. Y Nuestro Señor añadía: Pero ¡ay de aquel por quien viene el escándalo! Como si dijera: Yo permito estos tiempos de persecución para arrancar las espinas de que se ve rodeada mi Esposa, pero no permito los pensamientos culpables de los hombres. ¿Sabes lo que hago? Lo que hice cuando estaba en el mundo; hice entonces un látigo de cuerdas y eché del Templo a los que compraban y a los que vendían, no queriendo que la morada de mi Padre viniera a ser una cueva de ladrones. Te digo que hago lo mismo ahora: hago un látigo de las criaturas, y con este látigo arrojo a los mercaderes impuros, codiciosos, avaros, e hinchados de orgullo, que venden y compran los dones del Espíritu Santo.—Y en efecto, con este látigo de la persecución de las criaturas, Nuestro Señor los echaba y por la fuerza de la tribulación los arrancaba de su vida vergonzosa y desarreglada» (Santa Catalina de Sena).

«Cuando la sociedad haya sido bien castigada, bien azotada y desolada, entonces vivirán de otro modo el pueblo y el Clero, y subirá al Papado un Pastor (el Angélico), que gobernará con amor y celo. ¡Oh qué feliz estado aquél!» (Beato Bartolome Saluzzo). 

«Ayer todavía pedí a Dios ardientemente que me retirase las visiones (particularmente acerca del Clero), a fin de no tener la obligación de manifestarlas y la responsabilidad que esto lleva consigo; mas lejos de ser escuchada, se me ha dicho, como de costumbre, que debo referir todo lo que esté en condiciones de decirse, y esto aunque se burlen de mí. Yo no puedo comprender para qué servirá esto. Me han dicho que nadie ha visto todo esto de la misma manera que yo, y además que esos no son negocios míos, sino que incumben a la Iglesia. Es una desgracia que se pierdan tantas cosas, y de aquí resulta gran responsabilidad. Bastantes personas, que son causa de que yo no goce de reposo, y el Clero que está necesitado de hombres y de fe para hacer esto, tendrán que dar a Dios terrible cuenta». (Sor Ana Catalina Emmerich).

Este pasaje nos trae a la memoria lo que el abate Trichaud dice en el folleto Pío IX y Enrique V, 10ª, edición de Marsella, tratando de la gran profecía de San Cesáreo.

«Continué, dice, mi trabajo histórico de San Cesáreo. Cuando en 1853 lo entregaba a la imprenta, el imperio salvaba a Francia de una espantosa anarquía y parecía sostener entonces la Religión, no como instrumento político, no por agradar a un partido, sino únicamente por convicción y por amor del bien que inspira y de las verdades que enseña. Yo no tuve el valor de turbar aquellas dulces esperanzas, suscitando en la opinión pública tristes aprensiones». 

Con palabras como las subrayadas y otras, muchas tan falaces y pérfidas como ellas, el más falaz de los soberanos logró adormecer en Francia a los varones más ilustres, incluido el clero. Muy pocos sospecharon como debían de aquel precursor del Anticristo que, si no hizo más daño, fue porque no pudo. Eso, eso mismo sucede hoy; no se sospecha de ciertos gobernantes, el Clero se adormece, los fieles también... y si una Emmerich lo advierte, búrlanse de ella y la persiguen.

¡Cuán terribles serán las consecuencias de nuestra ceguera!

  

Apología del Gran Monarca 1 parte.

páginas de la 249 a la 255

P. José Domingo María Corbató

Biblioteca Españolista. Valencia-Año 1904


martes, 28 de noviembre de 2023

La Salve





Latín

Salve, Regina, Mater misericordiæ,

vita, dulcedo et spes nostra, salve.

Ad te clamamus exsules filii Hevæ,

ad te suspiramus, gementes et flentes,

in hac lacrimarum valle.

Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos

misericordes oculos ad nos converte;

Et Iesum, benedictum fructum ventris tui,

nobis post hoc exsilium ostende.

O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.



Español

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia;

vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,

a ti suspiramos, gimiendo y llorando

en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,

vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos

y, después de este destierro,

muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

 

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.


lunes, 27 de noviembre de 2023

Lo que Jacinta de Fátima dijo a la Madre Godinho sobre la Pureza

 




Dichos de Santos

 





























El Alcalde de Lérida que fue fusilado por celebrar una cabalgata de Reyes

 

Juan Rovira y Roure era un político perteneciente a la Liga Catalana que fue mantenido como alcalde de Lérida por Luis Companys cuando se hizo cargo de la presidencia de la autonomía catalana al frente de Esquerra Republicana de Cataluña. Su gran arraigo social y su popularidad así se lo aconsejaron al traidor que quiso proclamar la independencia catalana aprovechándose de la revolución de Asturias en octubre de 1934.
Su formación académica, además de la tradición familiar, le hicieron ser un católico practicante que, durante la República, le costó no pocos problemas con la persecución religiosa que se inició en mayo de 1931.


En Lérida, el 5 de enero de 1936 se celebró la tradicional cabalgata de Reyes con la autorización expresa del alcalde. Poco después, la unidad de Mossos d’Esquadra que quedaba en el municipio fue retirada con la excusa de que hacían falta en Barcelona. La realidad es que Rovira y Roure había mantenido el orden, en la medida de sus posibilidades, y se enfrentaba a los milicianos que pretendían instaurar el terror revolucionario desde la checa que habían establecido en la ciudad catalana.

Tras la salida de los Mossos, los chequistas implantaron un régimen de terror en la localidad que llegó a la detención, el 18 de agosto de 1936, del propio alcalde que fue fusilado el 27 de agosto en los muros del cementerio municipal. Su cuerpo, sin tiro de gracia, fue arrojado a la fosa común donde compartió destino con los cientos de represaliados por anarquistas, socialistas y comunistas.

En el sumario de la “causa” instruida contra Rovira y Roure consta como una de las acusaciones que le costaron la vida que “había hecho celebrar la cabalgata de los Reyes Magos”, una cabalgata que había sido suprimida o cambiada en la mayoría de los municipios de España.

Uno de los enterradores del cementerio, que declaró en la causa general, aseguró que el alcalde murió perdonando a quienes le habían torturado en la checa y le fusilaban en ese momento, a la vez que “invocaba a Jesucristo”.

Juan Rovira y Roure estaba casado y había tenido tres hijos, uno de los cuales murió a edad muy corta en 1930. Fue canonizado en los procesos abiertos por la Iglesia Católica sobre los mártires de la Guerra Civil.

Fuente: La Gaceta

Desangrados y descuartizados por pertenecer a la Adoración Nocturna

 

España, cuna de héroes, conquistadores y mártires, tendrá en breve cuatro nuevos beatos: Genaro Fueyo Castañón, Antonio González Alonso, Isidro Fernández Cordero y Segundo Alonso González que fueron asesinados por ser católicos, por pertenecer a los grupos de Adoración Nocturna y por estar afiliados al Sindicato Católico de Hullera Española. Sus asesinos, los milicianos del comité local, cometieron sobre ellos torturas brutales y todo ello a pesar de que muchos de los criminales habían conseguido trabajo gracias al padre Fueyo.

Una de las víctimas, Antonio González, fue asesinado en solitario. Los otros tres fueron martirizados de forma conjunta.


Antonio González Alonso tenía 24 años. 

Había intentado ser sacerdote, pero su mala salud se lo impidió. Por eso optó por prepararse para ser maestro. Fue detenido el 20 de julio junto a su hermano y le llevaron a una cárcel. Allí le quisieron obligar a destrozar objetos religiosos y a blasfemar. Se negó pese a la palizas y sus captores le dijeron que lo pensara, que tenía 24 horas para cambiar de opinión o le asesinarían. Su última noche la pasó junto a su hermano, Cristobal, a quien le explicó que “tengo una ocasión para dar mi vida a Dios en calidad de mártir; no quisiera desaprovechar esta gracia, pero tú haz lo posible para seguir viviendo y atender a nuestros padres”.

Al día siguiente no dudó en responder a los milicianos: “Lo he pensado bien y he llegado a la conclusión de que, en conciencia, no puedo ni debo pisar ese cuadro por lo que representa”.

El día 11 de septiembre le sacaron de la cárcel y le llevaron al Puerto de San Emiliano, a un alto en el que fueron asesinados cientos de personas que luego eran arrojadas sin el tiro de gracia a un barranco ahorrándose así el tener que enterrarlos. Por el camino pasaron por delante de la casa de sus padres. Su madre estaba sentada en la puerta con unas vecinas. La crueldad de sus captores les hizo frenar el coche y pasar despacio para que la madre pudiera ver que se llevaban a su hijo de “paseo”. Antonio aprovechó para gritar desde el coche: “Adiós, madre, hasta el cielo”.

Llegados al puerto, que se encuentra entre Mieres y Sama, bajaron al joven del coche. Según el testimonio del conductor del vehículo, le quisieron obligar a blasfemar, como se negó le cortaron la lengua. Después le dieron una paliza y, medio moribundo lo arrojaron al barranco donde le dejaron morir. Tras la guerra, de ese barranco se recuperaron cientos de cuerpos que no pudieron ser reconocidos. Entre ellos se encontraba el del mártir.


Genaro Fueyo Castañón había cumplido 72 años. 

Llevaba medio siglo dedicado al sacerdocio, 38 años al frente de la parroquia de Nembra. Su labor pastoral fue reconocida por todos y multiplicó las vocaciones. En 1908 había creado el grupo de Adoración Nocturna de la localidad y usaba los salones parroquiales para dar clase a los hijos de los mineros y los agricultores gratuitamente.

En octubre de 1934 tuvo que refugiarse en casa de uno de sus hermanos cuando se produjo la revolución en las cuencas mineras porque fue avisado por sus feligreses de que tenían previsto ir a detenerle para asesinarle. Gracias a este aviso no fue otro de las docenas de sacerdotes asesinados por comunistas, socialistas y anarquistas. En el verano de 1936 no tuvo tanta suerte. Fue detenido y asesinado la noche del 21 de octubre.


Isidro Fernández Cordero era un padre de familia numerosa de 42 años. 

De sus siete hijos tres acabaron siendo sacerdotes. Regentaba un bar con una pequeña tienda, además de trabajar en las minas de Hullera Española. El 24 de julio, cuatro milicianos entraron de noche en su casa para comunicarle que tenía que acudir a prestar declaración en el Comité Revolucionario local. Cuando fue le detuvieron en la improvisada cárcel que era la antigua sede de la Adoración Nocturna a la que Isidro pertenecía. Los milicianos le dejaron en libertad unos días después, pero volvió a ser requerido para que se presentara en el Comité bajo amenazas de atacar a su familia si no acudía.

Su cautiverio duró más de dos meses. Durante este tiempo sus hijos acudían a verle con cierta frecuencia y siempre les decía que debían perdonar a los que le tenían detenidos. Fue asesinado en la Iglesia de Nembra durante la noche del 21 de octubre.


Segundo Alonso González tenía 48 años cuando fue detenido en 1936. 

Tuvo 12 hijos de los que sobrevivieron siete. Era el presidente de la Asociación Nocturna, del Sindicato Católico de Mineros y de la Cofradía del Rosario. Para ganarse la vida y mantener a su amplia familia estaba obligado a trabajar mucho. Además de en la mina de Hullera Española, realizaba labores agrícolas y trabajos de carpintería.

Cuando fue detenido por los milicianos locales, presumían de haber detenido a alguien importante. Le interrogaron y le golpearon porque querían que les entregase las armas que pensaban que se escondían en el local de Adoración Nocturna. Segundo no las entregó porque no había ninguna. Fue encerrado en esos mismos locales convertidos en cárcel improvisada y asesinado en la noche del 21 de octubre en la Iglesia de Nembra junto a los dos mártires anteriores.

El asesinato de los tres mártires en la madrugada del 21 de octubre fue de una brutalidad impresionante. Primero se les obligó a cavar su propia tumba. Como el sacerdote era una persona mayor, los dos jóvenes hicieron su trabajo. Luego, dentro de la Iglesia les preguntaron en qué orden querían ser asesinados. Don Genaro pidió ser el último para poder dar consuelo a sus dos compañeros de martirio. Después, uno detrás de otro fueron desangrados y descuartizados en vivo por un grupo de siete personas, cinco de ellas mujeres. Cuando sus cuerpos fueron recuperados tras la Guerra Civil, se encontraban incorruptos.

Pero estos hechos no se rigen por la Ley de Memoria Histórica. Es preferible arrancar placas y crucifijos de las fachadas de catedrales que honrar a las víctimas inocentes.

Fuente: La Gaceta

sábado, 25 de noviembre de 2023

El Fariseísmo en el siglo - P. José Domingo María Corbató

 


La agitación impía de los sectarios parece haberse calmado un poco estos días (1): no se fíen los católicos; piensen más bien cuánto da que hacer en otras naciones, mientras en la nuestra parece amortiguada; y sobre todo, vean qué significan esos pronósticos, amenazas y reticencias que no cesa de publicar la prensa liberal... El hombre maléfico de San Gil, Río Tinto, San Sebastián y otros lugares regados de sangre, el hombre más taimadamente impío que ministro de 50 años acá, nos dirá tal vez muy pronto que esta aparente quietud no es más que el intervalo silencioso entre trueno y trueno cuando ruge la tempestad; y si él no lo dice, otro lo dirá: los tiempos han llegado; destrucción y sangre es lo que sigue.

Antes que el rayo estalle de nuevo, tratemos nosotros de que despierten de su sueño letárgico esos católicos que por su indiferencia son más bien impíos, o peores que impíos. «Tengo menos que temer de la impiedad manifiesta que de la indiferencia religiosa y de los respetos humanos», exclamó Pío IX, todo demudado, al leer el secreto de los niños de la Saleta.

De esos falsos católicos y de otros a ellos semejantes nos hablarán hoy los profetas. Meditad, lectores, meditad.

Al robo «legal» de los bienes sagrados y comunes ha sucedido la hipocresía de los ladrones; la humildísima y portentosa vidente Magdalena Porsat lo anunció hace más de cuarenta años. «Esto no es un acontecimiento ordinario, dijo; es una grande época que está para abrirse: los fariseos serán los últimos; los grandes bandidos llegarán antes».

Más famosa que Magdalena es la Venerable Sor Ana María Taigi, cuyo gran espíritu de profecía, reconocido por la Iglesia y confirmado por los hechos, nadie ha podido negar. Sor Ana María vio hace casi un siglo los fariseos de nuestra época, y con frecuencia hablaba a su director de «la persecución que debía atravesar la Iglesia y los tiempos en que se quitaría la máscara una multitud de gentes que eran tenidas por estimables». Hoy más que nunca estamos en el caso.

Profetas de gran nombre, Santos y Venerables muy insignes hemos citado y citaremos en este capítulo; pero todo él es una prueba clarísima de lo que la misma palabra de Dios nos dijo al empezarlo, esto es, que la divina Sabiduría se complace especialmente en revelar estas cosas a los pequeños para confundir a los grandes. En este caso están las dos profetisas citadas y otra más célebre que ellas, Santa Catalina de Raconigi, cuya vida y cuyas profecías escribió su piadoso amigo el famoso Pico de la Mirandola. En numerosas ocasiones dice este vio la Beata Catalina las tribulaciones que en lo porvenir deben preceder a la futura renovación de la Iglesia... Me manifestó igualmente que, arrebatada en, éxtasis un día del año 1537, vio a Nuestro Señor atado a una columna, en medio de una llanura rodeada de una multitud innumerable de todas las clases de la sociedad, y todas se hallaban cubiertas con un ropaje blanco (símbolo de la hipocresía farisaica) que lo ocultaba a la vista, sin tener de la cabeza a los pies más que dos aberturas en lo alto, acomodadas a los ojos.

Sin respeto a la presencia del Salvador, ninguno se ocupaba más que de abominables proyectos. Algunos le ultrajaban con gestos desvergonzados; otros le arrancaban la barba y la cabellera; éstos cometían a su vista los pecados carnales más escandalosos; aquéllos, en fin, no pensaban más que en ganancias, en juegos toda y suerte de injusticias.

A lo último fue testigo de los castigos que el Señor enviaría a toda aquella multitud. Durante el éxtasis, no pudo menos de exclamar muy alto por dos veces: ¡Misericordia! ¡misericordia!»; y por espacio de dos días tuvo tanta pena, que apenas le quedaba un soplo de vida. Me dijo con toda sencillez que el azote que vendría a los clérigos sería el último y también el más terrible. Che il flagello chierici, siccome sará l' ultimo cosí sará piu grave degli alteri».

Todo esto se refiere terminantemente a la época que precederá al triunfo del Gran Monarca, de quien esta profetisa habló claramente y casi precisó la fecha, como veremos en otra parte. Arriba nos ha dicho también que todo esto «debe preceder a la futura renovación de la Iglesia».

La Venerable Sor Natividad, de quien hablamos en el artículo anterior, dice que todos estos, fariseos impiísimos seducirán a otros muchos, y pinta con vivos colores la hipocresía católico-liberal.

«Los seducidos, dice, temiendo ser descubiertos; vivirán en la mayor hipocresía y aparentarán sumisión y docilidad a los ministros del Señor».

La misma vidente vio en figura de un árbol infructífero y soberbio el orgullo de la moderna filosofía (el liberalismo llamado católico) que hará pronto sus últimos esfuerzos para destruir y aniquilar la Iglesia y el estado religioso. La savia parecía producida por las raíz del árbol, así la moderna filosofía toma apariencias de respeto por la Religión y la Iglesia, a la cual parecerá querer proteger y volver a su primitiva perfección (dividiéndola, como hoy, en catolicismo y clericalismo, y aparentando combatir solamente a éste); mas sus esfuerzos demuestran todo el odio que a ella tiene, lo mismo que a las virtudes cristianas, a las cuales (¡qué gran verdad!) quiere oponer las puramente humanas, haciendo de ellas gran ostentación, así como quiere que la razón substituya a la fe.

Mas la ruina de esta filosofía llegará a su vez, y la Iglesia sobrevivirá a esta borrasca. «El estado religioso reaparecerá, después de haber sido cruelmente destrozado».

La Venable Catalina Emmerich vio algo más especial; vio a esos falsos católicos, a esos fementidos hipócritas respetando al Papa para engañarle, como si viera lo que hoy pasa en España y hasta en el Vaticano.

Vi al Papa en oración, dice; pero estaba rodeado de pérfidos amigos que de ordinario hacían lo contrario de lo que mandaba». I Futuri Destini cita la profecía de una santa joven de Rímini, cuyo nombre no declara porque entonces aún vivía. La 7ª edición del libro citado, que tenemos delante, es anterior a los sucesos que anuncia, y la joven profetizó en 1848.

Dijo que: «El Romana Pontífice había, perdido la base fundamental de su gobierno temporal, que se veía obligado a doblegarse en este punto a la fuerza de los que le rodeaban. Pasados algunos años, añadió, perderá el trono y serán sus enemigos aquellos mismos que con sus aplausos lo pondrán en las nubes:

También el Venerable P. Jacinto Coma, predicando en Manresa en 1849, hizo una muy notable profecía que se ha incluido en su proceso de beatificación, y decía, fija la mirada en la época actual «Nuestra pobre España que palmo a palmo ha sido conquista por la Cruz, esta convertida en un pueblo de ilotas que corre al precipicio y lucha por romper con sus tradiciones, su historia y su propia manera de ser... La ayuda oficial que los hijos de Enrique VIII y los sectarios de Federico el filósofo (protestantes y liberales) ofrecerán al Vicario de Jesucristo, obedecerá más bien a apoyar el trono vacilante de un príncipe temporal que a sostener al Sucesor de San Pedro».

Y es porque los consejos de Satanás son, hasta de los que van a misa, más generalmente seguidos que los preceptos de la Iglesia.

«Satanás se levanta por debajo de los pies de la Iglesia dijo el Señor a su sierva Sor María Lataste;—arma contra ella a sus propios hijos para desgarrarle el seno, y estos hijos desnaturalizados de mi Esposa oyen la voz de Satanás».

En estos tiempos de división y de guerra, lo único que todos tratan de conciliar es a Dios con Belial, es el cielo con el infierno, la Iglesia con la revolución, la verdad con la mentira, todo lo cual significó Sor Rosa Colomba, al profetizar que en estos tiempos se enarbolarían juntas la bandera tricolor y la bandera católica, como está sucediendo, especialmente en Francia.

El Serafín San Francisco de Asís profetizó también acerca de nuestros tiempos y los inmediatos, y entre otras cosas dijo:

«Habrá tantos y tales cismas y opiniones en el pueblo, en los religiosos y en el clero, que si no se abreviasen aquellos días, según la promesa del Evangelio, caerían tal vez en error hasta los escogidos. Nuestra Regla y modo de vivir serán impugnados de muchos. ¡Ay de los que, confiados en la religión (exterioridades), se entibiaran y no resistirán constantemente la tentación permitida por Dios para probar a los elegidos! Los fervorosos de espíritu que por amor y celo de la verdad sigan la piedad, tendrán que soportar persecuciones e injurias; pero sus perseguidores, agitados por el espíritu maligno, creerán que hacen un gran obsequio a Dios al procurar la muerte y purgar la tierra de personas que serán tenidas por tan contrarias al bien público».

Esto último fue también anunciado por el divino Redentor, que decía: «Se acerca la hora en que cualquiera que os quite la vida pensara que hace un obsequio a Dios». Pero la maldad es tanta, que Dios mismo es condenado a veces por la «justicia» oficial, de lo cual España ha visto ya algunos casos en sus tribunales y Francia muchos. Así lo previó y anunció, según las Voix Prophetiques del abate Curricque, la vidente Josefa Lamarine hacia 1840.

«Hace ya algunos años, dice, vio en una gran sala una asamblea de jueces. Se encontraba allí un asiento de madera sobre el cual estaba sentado Nuestro Señor Jesucristo, a punto de ser juzgado. Jueces y testigos le escarnecían. Uno de los jueces estaba en un rincón, pareciendo sostenerle; pero todos sus discursos eran pura hipocresía, y se declaró por uno de los más crueles, Todos condenaron a muerte al Salvador».

No parece sino que los fariseos judíos hayan vuelto al mundo para condenar a Dios invocando el nombre de Dios. ¡Hasta imágenes, de la Santísima Virgen han sido fusiladas y arrastradas...! Los sepulcros blanqueados, la raza de víboras, los escribas y fariseos hipócritas, los que se llaman católicos para acabar con los católicos, lo dominan hoy todo y lo tiñen todo de color de infierno. Y los «verdaderos católicos» ¿qué hacen? Dormir y bostezar. Los que trabajan eficazmente vienen ya a ser una excepción.

Pues tengo formado juicio de que esos indolentes que por pereza o egoísmo apoyan indirectamente la obra de los infames fariseos, son igualmente fariseos, no son católicos, según los sucesos demostrarán en el inminente día de, la gran prueba. Una respetable predicción, recogida por el abate Curricque de un venerable cartujo, dice así:

«Habrá muchos que pasarán por buenos, y ellos mismos creerán serlo; pero volverán atrás en el último momento y verán de qué son capaces: la mayor parte se verán sorprendidos y quedarán admirados de sí mismos; pero en medio de este horrible desastre, un grito se oye por todas partes: ¡Ay de los sacerdotes infieles a su vocación! ¡Ay de los falsos servidores de Dios! ¡Ay de los que menosprecian sus obligaciones! ¡Ay de los que ponen obstáculos al bien!».

Por eso la joven riminense arriba mencionada, dice que «en virtud de todos estos estragos, aparecerá quiénes son fieles al Evangelio y quiénes no». Los fieles son ya tan pocos, que al pie de la letra se verifica hoy lo que leemos en las profecías del Beato Nicolás Factor, esto es, que «será tal la calamidad, que no habrá más que una tercera parte de fieles entre cuantos lleven el nombre cristiano».

«Todo esto, dice el profeta Holzhauser, será permitido por justo juicio de Dios, a causa de haber llenado la medida de nuestros pecados en el tiempo de la benignidad, cuando nos esperó para hacer penitencia. Una gran parte de la Iglesia latina abandonará la fe, y quedará muy reducido el número de los buenos católicos... Aunque guarden el nombre de católicos por algún respeto o temor humano, estarán interiormente muertos... en la falsa política y odio contra los eclesiásticos». «Por sus frutos los conoceréis», decía el Salvador. ¿Qué hacen todos esos católicos perezosos o fariseos? ¿Qué hacen por la Iglesia esos «grandes católicos» que son hoy los más considerados en la Iglesia? Ya lo hemos dicho, y ahora lo repetiremos con la insigne Ana Catalina Emmerich, que dice:

«En otra visión vi que la Hija del Rey se armó para el combate. Era una maravilla ver cómo se adaptaba todo a su armadura y cómo una cosa simbolizaba otra de una manera tan asombrosa. La Hija del Rey se halló armada de pies a cabeza. Muchos de los que así vinieron en su ayuda me eran conocidos; pero no podía yo menos de admirarme al ver que ni siquiera uno de todos los institutos, ni de personajes importantes, ni de los sabios, hubieran contribuido en cosa alguna, mientras que los pobres y desvalidos habían ofrecido por si solos piezas en un todo completas. (Aquí parecen vislumbrarse los Crucíferos). Fui también testigo de la batalla. Eran innumerables las tropas del enemigo; y a pesar de esto, el pequeño grupo de los fieles combatientes exterminó batallones enteros».

Lo cual conviene admirablemente con lo que tantas veces hemos dicho con los profetas, esto es, que la restauración no será obra de los grandes y poderosos, sino de los humildes que poco pueden, de los hoy desvalidos y despreciados. Preguntó al Señor Sor Ana María Taigi quiénes serían los que resistirían a pruebas tan terribles, y se le respondió: «Aquellos a quienes yo conceda el espíritu de humildad».

«La acción se halla desde ahora empeñada entre el cielo y la tierra—exclama él piadoso abate citado arriba.—El mundo se transforma al presente en un vasto campo de batalla, a donde la justicia divina hace acudir todos los azotes para concluir de una vez su causa santísima».

Y al dar cuenta de los prodigios de Santo Domingo, in Soriano, exclama: «En la actual cruzada contra los innumerables enemigos de la Santa Iglesia, ¿no parece que el más providencial de los servidores de la Reina de los cielos (Santo Domingo de Guzmán) nos grita como un Heraldo lo siguiente?:

«Soldados, de Cristo, acordaos de Muret, Lepanto y Viena, donde Nuestra Señora del Santísimo Rosario venció, Mientras la Iglesia toda llorosa combatía, menos en los campos de batalla que en la arena de la penitencia y obras satisfactorias, de las que el Rosario es arma preferida».

Y sobre todo, católicos, sobre todo tened presentes las palabras de nuestro divino Maestro: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros disfrazados con pieles de ovejas, más por dentro son lobos Voraces»,

________________________
(1) Nótese que esto se publicaba por primera vez a 7 de Marzo de 1901.

Apología del Gran Monarca 1 parte.
páginas de la 242 a la 249
P. José Domingo María Corbató
Biblioteca Españolista. Valencia-Año 1904

viernes, 24 de noviembre de 2023

Milagros del Escapulario: Quita un rayo la vida a un mancebo que no llevaba el Santo Escapulario




Quita un rayo la vida a un mancebo que no llevaba el Santo Escapulario 
y deja con vida a otros varios que lo vestían con fervor

Refiere Fr. Daniel de la Virgen María, que en la ciudad de Manresa se levantó, una tarde del mes de junio, una horrorosa tempestad y, estándola conjurando con gran fervor un religioso nuestro, cayó un rayo que hizo grandísimos estragos.

El primero a quien alcanzó fue a este devoto religioso. Cayó en tierra, efecto de la exhalación, y viéndole otro religioso, que se hallaba algo distanciado, se llego a él, observando que el rayo había abrasado y consumido todos sus vestidos excepto el Santo Escapulario. Le tomo el pulso, y viendo que aún palpitaba, fue a toda prisa, después de absolverle, a dar cuenta al Prelado, que vino con otros muchos religiosos, cuando ya al que daban todos por muerto se había recobrado del susto y sobresalto, sintiendo tan sólo en la pierna derecha un intenso dolor, que, en el poco tiempo que duró, le dio a bien a entender, lo mucho que tenía que agradecer a María Santísima nuestra Madre, pues por un señalado favor y merced celestial de la reina de los Cielos no había sido reducido a pavesas como otros muchos.

Le quedó después un grandísimo dolor en la pierna, de tal suerte, que en muy largo rato no podía el infeliz ni moverse, pero, más tarde, se reanimó y quedó perfectamente bien y sin que se notase la menor molestia.

Aquel mismo rayo que lo dejase a él sin vestiduras había tocado de soslayo a otros muchos vecinos de aquel pueblo, mas a ninguno quitó la vida, sino a un mancebo licencioso y disoluto que se jactaba de no llevar el Escapulario de la Virgen. Con este hecho parecía decirnos en su lenguaje el rayo, con su soberbia desbastadora: “Lo mismo hubiera hecho con todos vosotros si el bendito Escapulario de la Virgen santísima del Carmen no hubiese sofocado mis voraces incendios”. Y así, demos todos gracias rendidísimas a nuestra Madre por semejantes estupendos beneficios como nos prodiga a cada paso su mano liberal y misericordiosa. Así sea.

Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen
por el P. Fr. Juan Fernández Martín, O. C.
Editado en 1956

jueves, 23 de noviembre de 2023

El Satanismo y los Juegos de Satán


Definición

Definir es propiamente limitar. La palabra satanismo empleada o insinuada por nosotros tantas veces desde las primeras páginas de este libro puede tener varios sentidos. Podemos en efecto considerar a Satán bajo el aspecto de amo o príncipe de este mundo. Es el nombre que Jesucristo le da en tres ocasiones en el Evangelio. Pero acabamos justamente de tratar este punto de vista. ¿En qué medida está presente Satán en el universo nuestro? Hemos dicho que esto varía según las razas, los países, las civilizaciones, los regímenes políticos. El vocablo satanismo puede también significar la imitación de Satán por el pecado, y hemos recordado la frase de Gregorio el Grande según la cual todos los que cometen pecado, durante el tiempo que obedecen al pecado, son miembros del "cuerpo místico” de Satán. No nos incumbe conocer la cantidad de hombres que viven en "estado de gracia", es decir, que están sustraídos, hic et nunc, a la influencia de Satán. Pero tenemos el derecho de suponer que es mucho mayor de lo que pensamos, sobre todo si admitimos que los pecadores no son frecuentemente más que hombres que han dado un paso en falso, o han sufrido una caída, pero que no desean por tan poco permanecer bajo el poder de Satán.

Por fin, la palabra satanismo puede significar el culto rendido a Satán, no por un pecado ocasional y muy rápidamente lamentado y reparado, sino por una adhesión formal y voluntaria.

 

Dos formas de satanismo

Pero aquí, distinguimos inmediatamente dos formas de satanismo, bastante diferentes una de la otra; está el satanismo de los que no creen en Satán, como no creen en Dios, y que por consecuencia no rinden culto, propiamente dicho, a Satán, aunque toda su vida se desarrolle de acuerdo con los principios y las sugerencias de Satán.

 Para esta primera forma de satanismo es exacto decir la frase tan frecuentemente repetida y de la cual hemos indicado los límites: "¡La mejor astucia de Satán es la de hacer creer que no existe!" Papini cita a este respecto las palabras del filósofo Alain, en 1921:

"El diablo ha sufrido la misma suerte que todas las apariciones . . . La misma guerra, por lo que yo he visto, no ha hecho revivir ni un ápice al diablo y sus cuerpos." (1)

Pero es completamente inútil detenernos en esta primera forma de satanismo. Es puramente negativa. Se encuentra, además, sin la menor mala intención, hasta en excelentes cristianos que no saben que están en oposición con la ortodoxia y con el Evangelio.

Lo que debemos estudiar es el satanismo bajo sus formas activas. Hablamos en plural porque parece que existieron en el transcurso de los siglos, y sin duda siguen hasta en nuestros tiempos, por lo menos dos formas muy distintas de satanismo activo: el satanismo-religión y el satanismo-magia.

 

El satanismo-religión

En cuanto reflexionamos sobre el asunto no podemos dejar de llegar a esta comprobación asombrosa: ¡La historia del satanismo-religión se confunde con la historia de las religiones!

Esta conclusión es tan enorme que requiere una explicación.

La historia de las religiones está muy adelantada actualmente en sus investigaciones. No habla mucho en general de Satán. Los demonios no tienen en ella más que un lugar muy restringido. El historiador de las religiones se dedica a describir objetivamente las creencias religiosas de los pueblos, a nombrar a los dioses, a indicar los atributos de cada una de las divinidades adoradas por tal o cual grupo humano. Expone los ritos mediante los cuales se honraba a los dioses. No llega en principio a un juicio de valor. No hace metafísica y menos teología cristiana.

Pero ¿podemos evitar aquí de recurrir a esta última? Puesto que hablamos de Satán y de su presencia en el mundo, ¿no debemos colocarnos en el punto de vista cristiano, el único punto de vista según el cual Satán está exactamente situado donde se halla, efectivamente, en el cuadro general de los seres?

 ¿Qué dice, pues, el Evangelio? ¿Qué han dicho los Padres de la Iglesia? ¿Qué enseña la teología cristiana con respecto al tema de las religiones paganas?

El Evangelio, y nunca podríamos insistir bastante sobre esto, da a Satán ese título increíble y sin embargo necesariamente cierto, puesto que es Jesús en persona quien se lo da: ¡Príncipe de este mundo! ¿Cómo semejante título puede pertenecer a Satán, si las divinidades paganas no son lisa y llanamente demonios?

Los Padres de la Iglesia lo han comprendido así, unánimemente. Para ellos no existe la menor duda sobre este punto. Los dioses paganos son demonios. Los oráculos paganos, los de Dodona o de Delfos, y los otros que son menos célebres, son oráculos demoníacos, manifestaciones de satanismo.

La teología cristiana ha adoptado, naturalmente, este punto de vista. La descripción histórica de los paganismos antiguos o modernos no es para nosotros una diversión del espíritu, una curiosidad literaria cualquiera, sino la comprobación deplorable de la dominación de Satán entre los hombres.

¿Cómo ha podido hacerse esta toma de posesión de las adoraciones y de las imploraciones humanas por Satán y sus demonios? Parece haberse hecho insensiblemente, por un deslizamiento inconsciente, por una especie de realismo rudimentario. Los historiadores de las religiones, en efecto, admiten, en general, que en todas las religiones, la existencia de un Dios supremo, de un Dios soberano, todopoderoso y todo bondad, está reconocida, pero que estas mismas religiones relegan casi siempre a este Dios a una lejanía, y reservan los homenajes a todo un mundo de divinidades inferiores, buenas o malas, que se saben subordinadas al Dios soberano, pero que se consideran más próximas a nosotros, más mezcladas a nuestro destino, más útiles, por consiguiente, para invocar o para conjurar.

Finalmente, en buen número de paganismos, son las fuerzas malhechoras las que se considera más urgente conciliar y a las cuales se ofrecen sacrificios rituales.

Este "realismo" rudimentario, esta manera de recurrir, en cierto modo, a lo más urgente, parece haber sido el origen de todas las mitologías paganas, de todos los ritos paganos, y de sus mezclas ulteriores en sincretismos prácticos de los cuales el Partenón de Agripa nos da un indicio.

Lo que es indudable es que a los ojos de los judíos, y mucho más aún de los cristianos, todas las divinidades no podían ser más que demonios. De ahí la lucha heroica de parte de los judíos en tiempos de los Macabeos, sobre todo, y de parte de los cristianos durante todo el período de las persecuciones sangrientas. De ahí esta especie de horror sagrado que los cristianos sentían frente a lo que ellos llamaban los "ídolos", es decir, los vanos simulacros del culto demoníaco pagano.

Desde el punto de vista que adoptamos aquí es, pues, evidente que la historia de las religiones (si ponemos a un lado la única religión verdadera, la de los Patriarcas, luego la de Moisés y por fin la religión cristiana) no es otra cosa que la historia del satanismo. Y es sólo así que podemos comprender la expresión: Príncipe de este mundo, atribuida por Cristo a Satán.

Cuando comparamos la exigüidad del culto del verdadero Dios, de Yahweh primero, luego del Verbo encarnado, a la inmensidad del dominio de los falsos dioses, nos vemos obligados a reconocer que si Jesús es el verdadero Rey, tuvo mucha razón en decir: "Mi reino no es de este mundo."

Y comprendemos así la insistencia con la cual, en las ceremonias del bautismo cristiano, se multiplicaban — y todavía se multiplican — los exorcismos para expulsar al demonio. Dichos exorcismos se encuentran en innumerables ocasiones en la liturgia católica. Cuando un sacerdote "hace" agua bendita, pronuncia sobre la sal que va a mezclar con ella las palabras siguientes:

"Te exorcizo, sal creada por el Dios viviente . . ., para que te conviertas en sal exorcizada para la salvación de los creyentes; para que seas, para las almas y los cuerpos de todos los que te usarán, un elemento de bienestar; para que de todo lugar donde hayas sido repartida sea alejada, echada, toda ilusión, toda malicia y toda emboscada del Demonio engañador, así como todo espíritu, inmundo, conjurado por Aquel que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos, y al mundo por el fuego. «¡Así sea!»"

Luego dice, igualmente, sobre el agua que va a bendecir:

"Te exorcizo, agua creada en el nombre de Dios, Padre todopoderoso . . ., para que te conviertas en agua exorcizada que aleje toda potencia enemiga; para que también seas capaz de alejar y desarraigar al Enemigo mismo, con sus ángeles apóstatas, por la virtud misma de ese mismo Jesucristo, Nuestro Señor . . ."

Y además:

"Oh Dios, que para salvación del género humano has mezclado la substancia del agua a tus más grandes misterios, atiende en tu misericordia nuestra invocación para que esta criatura que es tuya reciba de la gracia divina el poder de alejar los demonios.  

Por fin, en el día de la bendición de las aguas, en la magnífica liturgia del Sábado Santo, se repite entre otras cosas:

"Ordena, Señor, que todo espíritu impuro se retire de aquí: aleja de este elemento toda la malicia y todos los artificios del demonio.

"Que la potencia enemiga no se mezcle con estas aguas; que no ronde alrededor de ellas y no se deslice en ellas secretamente; para infestarlas y corromperlas. Que esta criatura santa esté a cubierto de todo ataque del Enemigo, purificada por la expulsión de toda malicia.  

¿Quién puede dudar que en estas fórmulas la fe de la Iglesia esté afirmada con ostentación?

Pero dirán, ésas no son más que frases, residuos de antiguas creencias que no constituyen quizás a los ojos de los hombres de nuestra época más que supersticiones. A lo cual contestamos con hechos. En todos los casos de posesión que hemos relatado, todos los testimonios de los exorcistas y los testigos de sus intervenciones son categóricos: no es posible asperjar a un poseso o una posesa con agua bendita sin que el espíritu maligno que está en ellos acuse recibo del ataque que se le está haciendo: "¡Me quemas! ¡Me quemas!", grita. Hay, pues, en el agua bendita una virtud actuante que hace anular las secretas acciones demoníacas. Y esto nos conduce a otro aspecto del satanismo.

 

El satanismo-magia

Se admite corrientemente que siempre hubo también un satanismo-magia, paralelo al satanismo-religión que hemos indicado brevemente. A decir verdad, no han faltado especialistas de la historia de las religiones y los cultos, que no hayan pensado y enseñado que la magia había, inclusive, precedido a la religión, que había sido la primera forma de ella, que todas las religiones paganas derivaban de la magia. Pero esta opinión parece cada día más descartada y merece serlo. Es muy poco probable que los hombres hayan empezado por la magia para derivar luego hacia la religión propiamente dicha.

 ¿Qué es, en efecto, la magia, en oposición con la religión?

En la religión, el hombre se inclina delante de una potencia superior, la adora, le implora, reconoce su propia debilidad y su impotencia. Admite su subordinación. En los pueblos actualmente más "primitivos", es decir menos evolucionados, que han seguido, pensamos nosotros, más cerca de los orígenes, tales como los pigmeos, esta actitud hacia la divinidad está todavía en vigor. La religión es hasta más pura que en los pueblos más avanzados.

En la magia el hombre se vanagloria de un poder misterioso. Lejos de inclinarse ante la divinidad, cree poder dominarla, inventa y utiliza fórmulas mediante las cuales estima que puede poner a su servicio las fuerzas superiores a las cuales se dirige. La mentalidad del mago —o del brujo, ese hermano gemelo del mago es más rústico— es muy diferente del hombre religioso. ¿Cómo ha podido llegar un hombre a esa mentalidad? Es para nosotros un misterio. La magia es mucho más satanista, creemos nosotros, que la idolatría. En la idolatría, hay un alma de verdad. Se equivocan sobre la naturaleza del objeto que veneran, no sobre la necesidad de una subordinación o de una imploración. ¡No dirigen esos homenajes al verdadero Dios, pero no se equivocan al pensar que esos homenajes son merecidos por Alguien!

En la magia, hay una especie de sacrilegio, un orgullo de poderío verdaderamente satánico. El mago da las órdenes. Sabe que a los dioses les llegará su turno, que harán pagar caro su sumisión pasajera, pero está orgulloso de obligarlos, de hacerse obedecer por lo menos un día, de tener, mientras las cosas vuelven a lo justo, un poder que lo hace temible ante sus semejantes y le otorga ventajas inmediatas.

La magia, sin duda, procede del mismo realismo grosero que la idolatría. Se ha adorado a las divinidades inferiores, es decir a los falsos dioses, en detrimento del único Dios reconocido por los "primitivos", porque esas divinidades estaban más cerca, eran más útiles de invocar y de conciliar, pero algunos han llevado aún más lejos este realismo, han pasado de la religión a la magia, de la sumisión a una especie de pacto implícito que les daba el derecho de dar órdenes a la misma divinidad. El paso de la religión a la magia es una deformación, pero es más natural que el paso de la magia a la religión. Si los hombres hubieran empezado por la magia, no vemos cómo hubieran ido para atrás, en cierto modo, hacia la religión, al implorar a los representantes de fuerzas que creían sometidas a su poder.

He ahí pues dos clases de satanismo bien definidas: el satanismo-religión y el satanismo-magia. En el primero, Satán es el "Príncipe de este mundo", porque el mundo entero se Inclina ante sus altares y le ofrece sacrificios; en el segundo, Satán parece consentir en obedecer a ciertos hombres, cuando emplean ciertas fórmulas o realizan ciertos ritos, pero no pierde nada con ello porque sabe que la magia o la brujería es un pagaré contra los que la practican, de suerte que su dominación sobre ellos será finalmente todavía más completa y absoluta que sobre cualquiera de sus otros adoradores.

 

El satanismo de nuestros días

¿Qué queda en nuestra época de este satanismo secular? Todo el mundo comprenderá que es imposible contestar esta pregunta.

El satanismo-religión, tal cual lo hemos definido, está en vías de desaparecer rápidamente. Los altares de los falsos dioses son cada día menos numerosos en el mundo. Esto no significa que la posesión de Satán se extienda menos, puesto que lo hemos mostrado activo en inmensos imperios. Pero ha cambiado de táctica. Ha debido adaptarse a la evolución general de la humanidad, de la cual no es el amo absoluto, por más que desempeña en ella un importantísimo papel.

La forma más reciente del satanismo es el marxismo ateo. Es satánico por cuanto niega a Dios y al Diablo, por cuanto niega el alma, por cuanto sólo conoce la materia como asimismo la vida presente, y porque mutila al hombre segándolo de su destino de inmortalidad. Satán no tiene qué hacer con el amor de los hombres y de los mismos demonios. Él es el odio. Su triunfo es la expansión del odio. Hoy en día la forma de odio más eficaz, más generalizada, es el marxismo ateo. Odio de clase, odio entre razas, entre los pueblos, odio por todas partes, bajo el disfraz de una preocupación por el proletariado que es totalmente material, así es el marxismo. El satanismo-religión, de este modo, logra extenderse mucho más, es mucho más activo, mucho más pernicioso de lo que ha sido jamás. Sus mentiras son más enormes, sus negaciones más radicales, sus excitaciones más homicidas de cómo se las ha conocido hasta ahora.

Todo el mundo está de acuerdo en que el marxismo es verdaderamente una religión, en el sentido que moviliza en el corazón de todos sus adherentes la totalidad de las fuerzas de celo, abnegación, sacrificio, que se encuentran en las efusiones religiosas.

Pero esta religión no puede ser denominada sino satánica, puesto que se opone radical y furiosamente a la fe en Dios.

Con todo, el satanismo-religión subsiste todavía, en estado de idolatría, en los pueblos que parecen, por lo demás, abiertos como cosa natural a la invasión próxima del marxismo-ateo ¡sin que conozcan para nada a Karl Marx!

 

Satanismo propiamente dicho

Aparte de este satanismo-religión, que es, o ateísmo marxista o animismo anticuado, existe un satanismo refinado y malsano, mucho menos extendido, mucho más oculto y difícil de descubrir y que es  una adoración voluntaria y razonada de Lucifer. No pretendemos tener datos precisos sobre este satanismo en nuestros días. Todo cuanto podemos decir es que se trata del satanismo de los ritos sacrílegos, de las blasfemias conscientes, de las adoraciones monstruosas, de las "misas negras", por ejemplo, es decir de las profanaciones sistemáticas y calculadas que "parodian" los homenajes rendidos a Dios por los creyentes más esclarecidos y más sinceros, para rendirle a Lucifer otros semejantes.

Tendremos una idea del satanismo de esta clase, releyendo una nota publicada en el Satán de los Estudios carmelitanos (pág. 639).

"No podemos explayarnos — dice esta nota — sobre todos los satanistas o seudosatanistas de nuestros días. La prensa inglesa del 2 de diciembre de 1947, anunció la muerte de «Sir» Aléister Crowley, el personaje «más inmundo y más perverso de Gran Bretaña» como lo calificó «Mr. Justice»."

Interrogado sobre su identidad, Crowley respondió: "¡Antes que Hitler fuera, YO SOY/" — Se advertirá esta "payasada" de las palabras del Evangelio—. Antes de dejar este mundo, dicho brujo septuagenario maldijo a su médico que le rehusaba, con mucha razón, la morfina, porque él la distribuía entre los jóvenes: "Puesto que debo morir sin morfina por causa suya, usted morirá en seguida después de mí." Lo cual ocurrió. El Daily Express del 2 de abril de 1948, anunció que los funerales del mago negro Crowley habían provocado las protestas del Consejo Municipal de Brighton. El Consejero, señor J. C. Sherrot, dijo: "El informe afirma que sobre su tumba fue practicado todo un rito de magia negra." Sobre la tumba, efectivamente, sus discípulos habían entonado cantos diabólicos: el "Himno a Pan" del mismo Crowley, el "Himno a Satán" de Carducci y las Colectas para la "misa gnóstica" compuestas por Crowley para su templo satánico de Londres.

Igualmente la prensa inglesa el 30 de marzo de 1948, dedicó necrologías importantes al famoso metapsíquico Harry Price, especialista en demonología. En un informe ratificado por la Universidad de Londres, Price declaró: "En todas las zonas de Londres, centenares de hombres y mujeres, de excelente formación intelectual y de condición social elevada, adoran al Diablo y le rinden un culto permanente. La magia negra, la brujería, la evocación diabólica, estas tres formas de «supersticiones medievales» son practicadas hoy en Londres en una escala y con una libertad de movimiento desconocidas en la Edad Media." Price fue el fundador y secretario a perpetuidad del Consejo para Investigaciones Psiquiátricas, de la Universidad de Londres.

"A. Frank-Duquesne nos señala, también, entre las curiosidades «demoníacas» actuales, el informe del profesor Paul Kosok, de la Universidad de Long-Island, publicado en los Anales del Museo Norteamericano de Historia Natural, referente a una exploración realizada en el Perú, en 1946. Los exploradores descubrieron, sobre quinientos kilómetros de tierra arenosa y desértica, una doble serie de dibujos, representando unos los signos del zodíaco, otros los pájaros, plantas, y sobre todo, serpientes policéfalas. En el centro del dibujo de la Serpiente, se halla una fosa inmensa que contiene esqueletos de hombres y animales, visiblemente sacrificados. Se le calcula a todo este conjunto dos mil años de existencia."

Si hemos reproducido esta importante nota por entero, es sobre todo en razón de las dos primeras paráfrasis y de lo que ellas nos han revelado de los "círculos satánicos" muy frecuentados en Londres, dirigidos por "satanistas" notorios tales como Crowley y Price. Pero, con toda evidencia, esto no nos da más que una vislumbre muy tenue del satanismo-religión luciferiana de nuestros días. No es solamente cuestión de Londres. Es probable que encontraríamos grupos análogos en todas las grandes ciudades del mundo.

De hecho, se nos asegura que en París existen actualmente más de diez mil personas — hombres y mujeres — que rinden un culto religioso y regular a Satán. Pero está en la naturaleza de las religiones de esta clase huir de toda luz, revestir el carácter más oculto, y desafiar toda estadística.

Pero los satanistas de los cuales acabamos de hablar no son solamente los jefes del culto luciferiano, también son calificados de magos o de brujos, y esto nos lleva a un examen sumario de la brujería de nuestra época.

 

El satanismo-magia actual

Aparte de los grandes magos-luciferianos que acabamos de nombrar y de los que podemos sospechar como ejerciendo su acción solapada en nuestras sociedades modernas, existen además en nuestras campiñas, en cantidad imposible de determinar, pero que tal vez sea mayor de lo que pensamos, "brujos" rurales, cuyos libros de cabecera son Los secretos del Gran Alberto, Los secretos del Pequeño Alberto, El Dragón Rojo. Los dos primeros de estos libros ocultos han recibido — cosa curiosa — su nombre de la reputación de San Alberto el Grande a quien se le atribuía el conocimiento de todos los secretos de la naturaleza. Hacer pasar abominables fórmulas mágicas bajo el patrocinio de un santo venerado es un ardid bien diabólico. Pero sabemos que más de un brujo de nuestros días, ya lo hemos subrayado, abusa de imágenes piadosas para realizar su fructífero oficio de engañador de multitudes.

Es curioso observar que, en nuestros capítulos anteriores, dedicados a los exorcismos más recientes, hemos encontrado casos de posesión debidos a sortilegios de brujería. Si creemos a los demonios conminados a hablar por nuestros exorcistas, han sido obligados por algún brujo a entrar en tal o cual persona. Estos mismos brujos, por medio de sortilegios repetidos, les impedían ceder a las órdenes formales del exorcismo o los forzaban a volver dentro de la persona a quien las oraciones del Ritual habían liberado por un tiempo.

Todo esto, a decir verdad, permanece muy oscuro para nosotros. Pero los exorcistas más calificados son categóricos sobre este punto.

Ocurre a veces que los tribunales mismos tengan que echar un vistazo furtivo sobre estas prácticas supersticiosas como en el caso de esa pobre mujer que, hace muy poco, mató a su marido porque lo creía hechizado o hechicero.

Pero la justicia humana, evidentemente, no tiene fuerzas para luchar contra esta clase de atentados, porque escapan, en general, a los testimonios humanos y es imposible administrarles la prueba jurídica.

Lo que parece indudable es que existen hombres y tal vez mujeres, que creen, obedeciendo a libros de magia increíbles, ponerse en contacto con Satán, concertar un pacto con él y obtener a este precio poderes excepcionales que les permitan ejercer un oficio lucrativo. La brujería forma parte de lo que podemos llamar el lado nocturno de la vida humana. Siempre existieron, para emplear el vocabulario de San Juan, las tinieblas frente a la luz. La magia habita en las tinieblas. Se oculta, huye de las miradas, no ignora que causa en cualquier ser normal una repugnancia invencible. Pero está orgullosa de lo que cree saber y sobre todo ¡de lo que cree poder!

 

Los juegos de Satán

Aparte del satanismo-religión y del satanismo-magia, existen todavía los "juegos de Satán".

En un discurso ardiente y célebre, San Pedro Crisólogo dijo un día a sus diocesanos de Ravena: "¡El que haya jugado con el Diablo, no podrá reinar con Cristo:"

Hablaba a cristianos, pero a los cuales "el juego con el Diablo" — en este caso los espectáculos inmorales del circo — tentaba a veces.

En nuestros días, como en el siglo V, un cristiano debe saber que no se debe jugar con el Diablo si no se quiere estar expuesto a "no reinar con Cristo". Pero los juegos del Diablo no son seguramente los mismos, en conjunto, que les que denunciaba Pedro Crisólogo. O, si son los mismos, ofrecen en nuestros días aspectos completamente nuevos.

Hemos hablado ya del cinematógrafo y no volveremos a tocar el tema. Tampoco hablaremos más del inmenso abuso de la novela, que es, para cantidad de nuestros contemporáneos, la lectura preferida, y cuyo poder de atracción parece estar en razón directa de la basura que se expone en ella.

Ningún cristiano puede poner en duda que la novela tal cual se escribe y triunfa ante nuestros ojos, con su "realismo" malsano y perverso, sea con demasiada frecuencia "satánica". ¿No es acaso una razón para repetir las palabras proféticas de San Pablo a su discípulo Timoteo?

"Llegará una época en que los hombres no soportarán la sana doctrina, sino, por el contrario, al capricho de sus pasiones y picándoles los oídos, se darán amos en cantidad y volverán el oído de la verdad para inclinarse hacia las fábulas"

¡Ad fabulas convertentur! Sabemos que la palabra latina con la cual se designa a la novela es precisamente ésa: fábula. ¡fábulas!

¡Cuántos de nuestros contemporáneos no buscan su filosofía, su manera de comprender la vida más que en las novelas que leen y enloquecen a menudo sus imaginaciones y sus sentidos!

 

Otros juegos

Hemos dicho lo que el santo cura de Ars pensaba y decía del espiritismo.

Mucho más cerca de nosotros, exactamente el 26 de noviembre de 1955, el padre Berger-Bergés, el exorcista ya nombrado por nosotros, hacía a una posesa las cuatro preguntas siguientes:

1º ¿El espiritismo es una ciencia o una mistificación? ¿Eres tú quien está en el espiritismo?

Respuesta: por un ademán indica lentamente con la mano ¡que es él!

2º ¿Las mesas giratorias? ¿Eres tú quien las hace girar?

Respuesta: sí, pero no estoy completamente solo; ¡son necesarias las personas alrededor de la mesa! ¡Estamos juntos!

3º En el espiritismo hay escritos firmados Marco Aurelio. ¿Quién firma Marco Aurelio? ¿Eres tú o alguno de los tuyos? . . . (Insisto firmemente, dice el padre Berger. . . No contesta, no quiere contestar, me dice, y finalmente me declara que no tiene permiso para contestar. Después de haber, sin embargo, esbozado un pequeño ademán que me pareció descubrir y que lo señalaba a él mismo, hace como alguien que contesta a escondidas ¡para que Dios no vea nada!. . .)

4º ¿Y las que leen las cartas? Quid?

Satán contesta: "¡Y bien! ¡Es necesario que las gentes se ganen la vida!" Y deja entender que los naipes también son uno de los medios por los cuales él halaga la estupidez humana.

Y esto nos invita a echar una rápida ojeada sobre este aspecto extraño de nuestro tiempo; recurrir a la adivinación, que nos retrotrae a las modalidades más infantiles de los paganismos antiguos.

 

La adivinación: cosa satánica

Es increíble la expansión actual de la práctica de la adivinación popular, bajo las formas más diversas. Se dan las cifras siguientes para los faquires, cartománticos, quirománticas, adivinas: seis mil declaradas a la policía en París solamente y sesenta mil en toda Francia, con una "cifra de negocios" evaluada en sesenta mil millones por lo menos. Sin duda los procedimientos antiguos, el examen de las entrañas de las víctimas, del vuelo de los pájaros, del murmullo del viento en los bosques o de los dibujos que trazan las aguas bullentes en una fuente, han desaparecido para siempre. Pero están los naipes, o el estudio de las líneas de la mano, la interpretación del residuo de las heces de café y otros muchos procedimientos, tan válidos los unos como los otros. Y está, como en la antigüedad, la astrología, que se considera la forma más erudita de discernir los destinos humanos. Existen todavía en nuestros días astrólogos. Y aseguran —no sin imprudencia — que tienen pruebas perentorias del valor de sus predicciones.

La verdad es que todas estas pretensiones son, no solamente vanas, sino rigurosamente absurdas. Son seguramente formas de la "mentira" de la cual el demonio tiene la secular especialidad. A los astrólogos, que podemos considerar como los más distinguidos de los adivinos, nos bastará oponer las palabras de un maestro de la astronomía científica, G. de Vaucouleurs. Hablando, al final de su gran obra La Astronomía, que es de 1948, de las influencias cósmicas sobre los seres vivientes, escribe: "No por cierto las ilusorias, a las cuales los astrólogos intentan colgar sus divagaciones seudocientíficas." Y un poco más lejos comprueba que la astronomía, en el pasado, ha quedado "estrechamente asociada a las supersticiones astrológicas hasta los comienzos de los tiempos modernos (y aún, ¡ay!, actualmente en muchos espíritus subevolucionados)", y con estos términos de desprecio indica bastante la posición de la ciencia de los astros frente a la adivinación astrológica, en la cual se distinguió otrora un Nostradamus, que conserva admiradores fanáticos hasta en nuestros días.

Si esto ocurre con la astrología ¿quién, pues, dará importancia ya, con respecto al porvenir humano, a los encuentros fortuitos de los naipes o a los lineamientos más o menos extraños de las heces del café?

Para un creyente, lo que torna evidente la "mentira" de la adivinación es la certidumbre de que sólo Dios conoce el porvenir. ¿Cómo lo conoce?" ¿Cómo lo que todavía no es, puede ser objeto de conocimiento para Dios, cuando la libertad humana está en juego? ¿Y cómo esta preciencia divina es compatible con nuestra libertad? Todo el mundo sabe que esto constituye uno de los problemas más difíciles de la metafísica general. Digamos con pocas palabras lo que nos parece la única solución pensable. Nuestro mundo no es el único posible. Existen infinidad de mundos posibles, todos diferentes unos a otros. Pero su posibilidad misma viene de que están llevados desde toda eternidad en la Mente del Creador. Y en esta Mente, es decir en el Verbo Divino, estos mundos se desarrollan idealmente al natural, con sus leyes y también con el juego eventual de las libertades creadas. Cuando Dios decreta que tal mundo será existente, es decir, será creado por El, con preferencia a otros, las condiciones de ese mundo no son cambiadas por eso, si no no sería el mundo deseado y visto por Dios. Los actos libres serán en él libres, y sin embargo Dios los habrá visto y los ve en el momento en que se producen. Es en este sentido que Dios conoce el porvenir. Pero como es el único que lleva eternamente los mundos en su mente, Él es evidentemente el único que conoce el porvenir. Querer predecir el porvenir, fuera de los casos milagrosos de profecías divinas, es pues necesariamente diabólico en el sentido en que es una usurpación a Dios. Se deduce que ningún poder de adivinación ha sido depositado en el juego de naipes, en las heces del café, en las líneas de la mano, en las líneas trazadas por la sal sobre la clara de huevo, como tampoco en las "conjunciones" de los planetas y las estrellas en el momento del nacimiento de un ser humano. Lo que se llama en astrología un fatum, y que antaño se llamaba un horóscopo, es pues superchería o superstición.

No sostendremos, ciertamente, que los miles de adivinos y adivinas que ejercen el oficio pretendidamente lucrativo de predecir el porvenir, en París y en todas las grandes ciudades de Francia, sean brujos o brujas vendidos a Satán.

Parecería que la mayor parte de ellos sólo piensan en practicar un oficio que da beneficios, sin pensar que ese oficio es inmoral y probablemente diabólico. Pero no por ello dejamos de tener el derecho de pensar que el demonio saca su provecho de estas aberraciones y que la adivinación bajo sus formas contemporáneas, como asimismo bajo sus formas antiguas, no es más que uno de los "juegos de Satán" en el seno de la humanidad. Y es pues una de las formas actuales del satanismo-magia, en lo que tiene de distinto del satanismo-religión.


(1) En una nota, Papini (obra cit., pág. 14) da la siguiente referencia: "Alain", Propósitos sobre la religión, París, Rieder, 1937, pág. 64.

Presencia de Satán en el mundo moderno

Monseñor Cristiani