sábado, 30 de septiembre de 2023

Consagración al Inmaculado Corazón de María

 


Amabilísima y admirabilísima Virgen María, Madre de mi Salvador Jesucristo y Madre mía, postrado a vuestros pies, uniéndome humildemente a todos los actos de devoción y amor de todos los corazones que os aman en el Cielo y en la tierra, os saludo, Madre queridísima, os venero y os elijo hoy por soberana mía y Reina de mi corazón, la guía de mi vida, mi Protectora, mi Abogada y refugio mío en todas las necesidades espirituales y corporales. 

Yo os ofrezco y consagro mi alma, mi corazón, mi cuerpo y todo lo que me pertenece. Deseo también que todos mis pensamientos, palabras, acciones, todos los alientos de mi respiración y latidos de mi corazón, sean, en el presente y en el futuro, otros tantos actos de alabanza a la Santísima Trinidad por todos los privilegios y gracias incomparables que os ha concedido. 

¡Oh Virgen amabilísima!, entrego confiadamente a vuestras manos maternales todos mis deseos, propósitos y anhelos, y no quiero jamás aspirar a algo más allá de lo que sea conforme a la voluntad de Vuestro Divino Hijo y la Vuestra.

Aceptadme, os lo ruego, queridísima Madre, entre vuestros hijos predilectos y en el número de los servidores escogidos, privilegiados de poder colaborar en la preparación del triunfo de Vuestro Corazón Inmaculado. Consideradme y tratadme enteramente como posesión vuestra. Disponed de mí y conducidme siempre y en todo lugar, no según mis propias inclinaciones y deseos, sino según vuestro beneplácito. 

Yo, por mi parte, tomo hoy la firme resolución de observar fielmente los mandamientos de Vuestro Divino Hijo Jesús, de seguir vuestras maternales exhortaciones, oh Reina del Santo Rosario, de amaros tiernamente y de consolaros. Quiero también, en cuanto me sea posible, por mis oraciones y sacrificios llevar a muchas otras almas a hacer lo mismo. 

Sobre todo, quiero venerar con especial devoción vuestro Purísimo Corazón, ardiente de caridad y, con vuestra poderosa asistencia, oh Mediadora de Todas las Gracias, tratar de imitar tanto como pueda las sublimes virtudes que os adornaban aquí en la tierra. 

¡Oh, Reina de mi corazón!, que por el misterioso obrar del Espíritu Santo en vuestra alma santísima habéis sido transformada en el verdadero Espejo de Justicia de Jesús, vuestro Divino Hijo; imprimid en mi corazón, os lo ruego, una imagen perfecta de las virtudes del vuestro, a fin de que el mío sea un retrato vivo del vuestro Inmaculado. 

Oh Virgen Gloriosa, vuestro Purísimo Corazón ha estado durante su existencia terrenal entrañablemente unido al Divino Corazón de vuestro Hijo, compartiendo plenamente sus nobilísimos sentimientos y espíritu de sacrificio; y ahora, elevado a la Bienaventuranza del Cielo, está perennemente unido a Él de modo inigualable, en la más sublime felicidad. Por ello os ruego, oh Madre de Dios, unid mi pobre corazón de tal manera al de mi Jesús que no abrigue otros sentimientos y deseos que los vuestros, y que no obre nunca sino lo que sea más agradable a Su Sacratísimo Corazón y a vuestro Dulcísimo Corazón Inmaculado, oh Madre Benignísima. Amén.

San Juan Eudes (1601-1680)


viernes, 29 de septiembre de 2023

San Miguel Arcángel - 29 de Septiembre

 

Se trabó un gran combate en el cielo: Miguel 
y sus ángeles luchaban contra el drag6n. 
(Apocalipsis, 12, 7) 


San Miguel, el príncipe de los ángeles y el protector de la Iglesia, siempre ha defendido el honor y la gloria de Dios tanto en la tierra como en el cielo. Fue él quien echó del paraíso a Lucifer y sus cómplices. La Iglesia celebra esta fiesta en su honor, y Francia, que lo ha elegido por protector, a menudo ha experimentado los venturosos efectos de su protección. Luis IX creó en su honor la célebre Orden de San Miguel; Rusia también lo tuvo en gran veneración. 

MEDITACIÓN SOBRE SAN MIGUEL 

I. Lucifer se había rebelado contra Dios: tal vez se negaba a adorar el misterio de la Encarnación, que Dios había revelado de antemano a sus ángeles. Imita el celo de este arcángel cuando se trata de los intereses de Dios: declárate abiertamente en contra de los impíos. Cuando el mundo con sus placeres o el demonio con su orgullo te ataquen, diles con San Miguel: ¿Quién como Dios?» Mundo, placeres, honores, riquezas, ¿Pueden acaso tus recompensas compararse a las que Dios me reserva? ¿Quién como Dios? 

II. La humildad y la sumisión procuraron a San Miguel una gloria eterna, y el orgullo precipito a Lucifer en los abismos infernales. ¡Temblad, soberbios! la vanidad es la que ha perdido a la más hermosa de todas las creaturas. Humillémonos y temamos comparecer ante Dios que hasta en los ángeles ha encontrado corrupción. ¡Cayeron los astros del cielo, y yo, lombriz, no tiemblo! 

III. Debes honrar a San Miguel, porque es el príncipe de la Iglesia que debe un día asistir al examen de toda tu vida. ¿Qué dirás? ¿qué harás en ese tremendo día? No podrás esperar ayuda alguna ni de tu riqueza ni de tu ciencia. Sólo tus buenas obras abogarán a tu favor ante el Juez supremo. ¿Bastarán para asegurarte una gloria eterna? Llegará ese día en el que un corazón puro valdrá más que palabras hábiles, una buena conciencia más que una bolsa llena de oro. (San Bernardo). 


  La devoción a San Miguel
Orad por la Iglesia 

ORACIÓN 

Oh Dios, que reguláis con infinita sabiduría los diversos ministerios de los ángeles y de los hombres, dignaos concedernos como protectores en la tierra a esos espíritus bienaventurados que no cesan en el cielo de ofreceros sus servicios y homenajes. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 

Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J.


martes, 26 de septiembre de 2023

¡Hemos salvado el Arco de la Victoria en Madrid!

 



El Ave María






Latín 
Ave Maria, gratia plena, Dominus Tecum. Benedicta Tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris Tui, Iesus. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in hora mortis nostrae. Amen.


Español 
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

sábado, 23 de septiembre de 2023

La Homosexualidad y Santa Catalina de Siena

 




Milagros del Escapulario: Despedaza el demonio a un lascivo después de quitarse el Escapulario

 


Despedaza el demonio a un lascivo después de quitarse el Escapulario

El célebre maestro Fr. Juan Pinto de Victoria, certifica que en cierta cuidad de Portugal, donde estaba de Superior, había un señor principal (cuyo nombre, así como el de la ciudad omite, por ser persona de alta alcurnia y el caso bastante escandaloso). Este caballero vestía el bendito Escapulario de María, pero sólo materialmente, contentándose sólo con traerle al cuello, más sin atender para nada a las obligaciones más elementales del cristiano, y menos aún a las particulares de un cofrade de María Santísima. Vivía el tal señor licenciosamente, entregado a todo género de excesos y de vicios, siendo cual caballo sin freno en el nefasto vicio de la lujuria, que tanto abomina la Santísima Virgen en cuantos visten su preciosa librea, deseando en ellos un firmísimo propósito de no mancharse jamás con semejante lacra.

Dominado aquel desgraciado señor por tan nefasto vicio, solicitó con aviesa intención a una doncella principal, y tras muchos días de livianos y amorosos flirteos, seduciéndola con halagos, promesas y dádivas de preciosas joyas, consiguió, al fin, lo que con multiplicadas ofensas a Dios había solicitado de ella por largo tiempo.

La noche prefijada para lograr o llevar a cabo sus torpes deleites fue teatro funesto en que se representó la tragedia lastimosa de sus eternas desdichas.

Salió aquella noche de su casa, jovial y alegre, apuesto y perfumado, encaminando sus apresurados pasos al sitio de su perdición. Mas, aunque ciego por sus torpes deseos, no le ofuscó tanto su pasión que no advirtiese le seguía muy de cerca un gozquecillo o lebrel de pelo negro, el cual vio con estupor y asombro iba creciendo poco a poco hasta llegar a convertirse en terrible alano a medida que se acercaba a la casa de su amorosa cita. Bien pudiera conocer el infeliz no era ni podía ser otro aquel enorme alano que el mismo Lucifer, a quien acrecentaban las fuerzas sus torcidos o extraviados pasos.

Atropelló y saltó por cima de todo aquel asombro su obstinación, pues llegado que fue a la casa hizo la señal convenida para que, abriéndole la culpa la puerta, entrase en el antro infernal y tras él aquel espantoso perrazo.

¡Oh, desdichado! ¡Si supieras que entras vivo en esta casa y saldrás cadáver! ¡Oh, si supieras que esta puerta es para ti puerta del averno, primero morirías mil veces que intentar atravesar sus umbrales! ¡Quién te lo pudiera decir!, mas a buen seguro que no lo habrías de creer, cuando no te detiene la presencia de ese feroz y monstruoso animal que te acompaña.

Llegó por fin a la estancia donde esperaba satisfacer sus torpes y depravados deseos. Se asombro la tímida dama a la presencia horrorosa de aquel temible alano, mas él la sosegó diciéndole que era un lebrel que se le había aficionado y había venido en su compañía por si le ocurría cualquier percance.

Divertidos con algunos halagüeños coloquios amorosos llegó al fin la hora de desnudarse, y al hacerlo se quito el Santo Escapulario. Esta fue la señal e instante aguardado por Lucifer para perderlo, pues quitársele y acometerle aquella fiera del averno, disfrazada en figura de alano, fue todo uno, ¡Oh, qué horror sería verle centellear los ojos arrojando fuego por la boca! ¡Oh, que pavor se apoderaría del ánimo de la dama al ver como arrojándole por el suelo hacía presa en su garganta y en su pecho, y sacándole el corazón se lo comía. Como si no estuviera satisfecho, el animal la miraba amenazador como insinuándole que sería semejante en el castigo, pues había sido semejante en el delito.

Mas fue sólo un amago o amenaza para que le sirviese de escarmiento, ya que, desapareciendo, dejó el cuerpo exánime en el suelo, mientras su alma era sepultada en los infiernos.

Horrorizada la dama con tan triste y espantoso caso, tan pronto como amaneció, corrió desolada y hecha un mar de lágrimas a la iglesia del convento del Carmen y llamando a su confesor, el padre Pinto de Victoria, entre sinceras y dolorosas lágrimas de arrepentimiento le contó lo sucedido. Este padre, que gozaba de gran prestigio e influjo en Portugal, dispuso que el cadáver fuese al punto enterrado en el mayor secreto, para no difamar a ambas familias; pero para que no se sepultase con él la memoria de tan ejemplar castigo, después de algunos años lo hizo imprimir, con autorización de la señora y con la aprobación del Ordinario, para que si alguno le imitare en su estragada vida, aunque traiga el Escapulario, tema el incurrir en tan desastrada muerte, y a fin de que conozcamos todos cuantos vestimos las sagrada librea de María lo que importa el vestirla con pureza, como vestido de tan dulcísima e inmaculada madre.


Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen
por el P. Fr. Juan Fernández Martín, O. C.
Editado en 1956

Milagros del Escapulario: Milagro en la Ciudad de Sevilla

 


Milagro en la Ciudad de Sevilla

El día 7 de julio del año 1615 aconteció en Sevilla que una niña de ocho años de edad, hija de don Sebastián Flores y de doña Teresa, su mujer, naturales de Sevilla y con domicilio en la calle de Redes, núm. 8, estando jugando con un trocito de jarro de vidrio quebrado y entrándoselo en la boca quedó casi ahogada, teniéndola ya por muerta todos cuantos la vieron en semejante trance. La pobre madre, toda desolada, con su hijita en los brazos yerta y amoratada, y con el dolor y sentimiento que es de suponer, se saco del pecho el Escapulario de nuestra Madre del Carmen, que siempre llevara, y poniéndoselo a su hijita en el cuello, invocando con gran fervor y confianza a la Santísima Virgen, de la que era en extremo devota, vio como al punto arrojó la niña, sin esfuerzo alguno, el vidrio que la ahogaba. Todos los presentes que lo vieron, y eran muchos, atraídos por los lloros y lamentos de la madre, confesaron a una voz ser ciertamente un milagro obrado por la Madre amantísima del Carmen, mediante su bendito y milagroso Escapulario, ya que, al sólo contacto del mismo, había desaparecido el motivo de semejante aflicción.

Agradecidos aquellos buenos padres a la Reina del Carmelo, corrieron presurosos al vecino convento del Carmen, a tributar humildes y rendidas gracias a su celestial Bienhechora; y después de publicar esta maravilla en presencia de aquellos buenos religiosos, que no cesaban de alabar a su Madre amantísima por sus muchas bondades, difundieron por toda la ciudad del Betis el prodigio que había obrado con su pequeña hijita; y, para perpetuar su memoria, hicieron pintar un devoto lienzo que atestiguase el favor y recordase a las generaciones venideras las bondades y misericordias de María Santísima del Carmen, lienzo que, como exvoto junto con una garganta de plata, se conservó en el camarín de la Señora hasta la invasión francesa, como atestiguan los anales de aquel convento y nos refieren sus cronistas, desde Fray Pedro de Quesada hasta Fr. Miguel Rodríguez Carretero, quienes a fuer de hijos amantísimos de nuestra Madre, no dejaron de consignar cuanto sirviese para estimular la devoción y el fervor hacia tan dulce y amorosa Madre.

Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen
por el P. Fr. Juan Fernández Martín, O. C.
Editado en 1956

lunes, 18 de septiembre de 2023

Oración de San Alfonso María Ligorio a la Santísima Virgen




Aquí me tenéis, Señora, delante de Vos, como un pobre andrajoso y lleno de llagas en presencia de una Reina poderosa; aquí estoy delante de la Reina del Cielo y de la tierra. Desde ese trono tan elevado no os desdeñéis de volver a este miserable pecador vuestros ojos misericordiosos. Dios os colmó de tantas riquezas para que socorráis a los pobres y os hizo Reina de misericordia para que amparéis a los miserables. Miradme, pues, y compadeceos de mí. Miradme, y no me dejéis hasta mudarme enteramente de pecador en justo. Bien conozco ser indigno de todo favor, y aun merezco ser privado, por mis ingratitudes, de todos los beneficios que por vuestro medio he recibido de la mano divina: pero Vos, como Reina que sois de la misericordia, no buscáis méritos, sino miserias para remediarlas. Pues ¿dónde habrá en el mundo otro más necesitado que yo? 

¡Oh Virgen excelsa! Siendo Vos la Reina de todo el universo, sois también Reina mía, por lo cual me ofrezco a serviros con más empeño que hasta aquí, para que en todas las cosas dispongáis de mi según fuere vuestro mejor agrado; y así os diré con San Buenaventura: Regidme y gobernadme, Señora: regidme, y nunca me dejéis a mi discreción. Mandad y decir lo que tengo que hacer, y si falto alguna vez, castigadme como queráis, porque para mí será muy saludable cualquier castigo que venga de vuestra piadosa mano. En más estimo ser vuestro esclavo que señor de toda la tierra: tuus sun ego, salvum me fac. Recibidme, Virgen soberana, como cosa vuestra, y cuidad continuamente de mi salvación. Ya no quiero ser mío, todo me entrego a Vos. Si hasta ahora, por mi desgracia, os he servido mal, si he dejado perder tantas ocasiones en que pude agradaros, propongo ser en adelante uno de vuestros siervos más leales. No, no quiero ya que ninguno me aventaje en amaros y serviros, ¡oh Reina mía amabilísima! Así os lo prometo, y así espero cumplirlo con vuestro auxilio poderoso. Amén.


San Alfonso María Ligorio
(Las Glorias de María)

sábado, 16 de septiembre de 2023

Expediente Royuela: espejo de la Transición. Por Jesús Aguilar Marina

 


En los asuntos de justicia, que son lo esencial de la convivencia humana, aquí se han dormido todos. Durante la nefasta Transición, contemplando a los gobernantes y dirigentes españoles, enseguida se percibe que, del Rey abajo, existen miles de topos trabajando bajo tierra, sin que nos sea posible en muchos casos seguir sus parciales estragos, aunque sí su gran objetivo: la aniquilación de España y de sus hombres y mujeres más ilustres.

El expediente Royuela, que revela parte de esos estragos, es la cara oculta de esta nación fallida por culpa de una Transición ingrata e infiel a las esencias patrias; de esta España que los demócratas han convertido en un sepulcro maloliente, blanqueado por la propaganda del pesebre informativo. La sucesión de casos acumulados en el expediente Royuela muestra la siniestra realidad de esta democracia criminal que asfixia a la nación española. Su compendio de infamias constituye la más certera parábola de un estercolero abarrotado de excrementos y sangre por el que los españoles se pasean diariamente con indiferencia.

El expediente Royuela nos recuerda que no hay perfume comparable para el olfato de un socialcomunista -y el de sus valedores y financiadores- como el hedor que despiden las heces de sus doctrinas, la podredumbre de sus demoliciones y los cadáveres de sus enemigos. En estos tiempos, los muertos y los aherrojados son los veraces y los sabios, y los laureados y vivos sus jueces y asesinos.

El expediente Royuela es el muestrario del despotismo y oscurantismo más atroces. Donde gobiernan los déspotas siempre hay pocos hombres de virtud. Y ello es así porque los déspotas temen más a los buenos que a los malos, y siempre el valor y la virtud les son espantosos. Por eso se esfuerzan para que sus gobernados sean delincuentes o tarados, o anhelen serlo; y multan, encarcelan o asesinan a todo aquél que albergue o difunda pensamientos veraces y magnánimos.

El gobierno del déspota es la ruina de los hombres, porque por la maldad de aquél se aparta la ciudadanía de todo civismo y virtud. Y así es lógico que la multitud, criada en inepcia y servidumbre, se haga de ánimo inconsciente y servil para cualquier obra grande y noble. El déspota procura ahogar al pueblo en servidumbre, sin importarle su humillación ni sus gemidos, si es que éste los tiene.

El expediente Royuela es un compendio luciferino, demostrativo de los más bajos instintos del ser humano, cuando se iguala a su maestro Luzbel. El soberbio Luzbel nunca se va a arrepentir de sus monstruosidades, y menos aún se postrará ante la humanidad y la verdad de Cristo y de sus símbolos; al contrario, no dejará de promover brutalidades, tinieblas y catástrofes, de la mano de sus nigromantes.

El expediente Royuela es el espejo en que se mira y reconoce nuestra Transición, considerada sarcásticamente como democrática por quienes se han beneficiado de ella. Una Transición plagada de espíritus de malévola condición que, como Caín el fratricida, deberían gritar: «el justo que me encuentre debe matarme». Pero no se han dado este tipo de muertes, al menos hasta ahora, sólo las cometidas por los dementes maléficos, es decir, por los satanistas de la secta.

Las izquierdas resentidas y las derechas babosas, con todas sus excrecencias, son los dos extremos de la misma serpiente. Y como esa serpiente es enemiga de España, los españoles de bien están obligados a destruirla. Y cuando se habla de demoler lo falso y de purificar lo podrido es vano dirigirse al pueblo en general; sólo a esa minoría crítica que palpita en él, esa parte de la ciudadanía advertida que aún conserva el libre espíritu, porque desgraciadamente la sociedad española de hoy, en general, se asemeja a la lechuza: cuanta más luz se la echa, menos ve.

Y debido a esta ceguera de condición, los tormentos infernales que la esperan van a ser insondables, nada de fantasías conspiranoicas o imaginaciones absurdas, como lo quieren hacer ver los del agitprop, sino bien reales y bien pronosticados, tal se desprende de las propias agendas de los carceleros y asesinos; eso sí, en nombre de la felicidad. Una felicidad que, por medio de leyes, ostracismos y pandemias -atención a la nueva ola pandémica- traslada al reino de la muerte las penas y miserias de esta vida.

El expediente Royuela es un catálogo de horrores que testimonia nuestro pasado, presente y futuro contemporáneos, y que ensombrece ilimitadamente esa vida que nos ha proporcionado la cofradía de reelegidos. Lo peligroso está en que el gentío no sabe entender y sentir en qué consisten sus males, ni en los que le deparará el Sistema, y así anda siempre corriendo a la busca de un bien que, alcanzado, le aburre. En verdad trata de huir cada uno de sí mismo y, como no puede, abrazado a sus remordimientos y a su odio, sigue apegándose a su particularidad, en espera de los castigos que lo acechan por sus maldades.

El caso es que, en España, hoy, del Rey abajo, hay muchos millones de traidores que por codicia han decidido vender a su patria; y otros muchos millones que por cobardía están dispuestos a dejarse matar por miedo a defenderse. Hoy, en España, la justicia –además del expediente Royuela lo dicen los acontecimientos cotidianos- no sólo se desentiende de perseguir y castigar al culpable, sino que, llevando su iniquidad al extremo, se dedica a afrentar al inocente.

En nuestra utilitaria y capitalsocialista sociedad, el holgazán, el perseguido, no es el que integra grupos de presión -incluidos los partidocráticos-; ni el que se dedica a vender a buen precio sus servicios de intermediación o de amiguismo; ni los que a la sombra del poder se pasan las horas dando o preparando pelotazos especulativos; ni los inmigrantes invasores financiados por la antiespaña con el dinero del Estado; ni los pervertidos, okupas, maleantes y demás guiñapos de las izquierdas resentidas, con toda su variedad de parásitos; no, hoy se califica de holgazán y delincuente al que paga sus impuestos, se encierra en su casa, y ni se aprovecha ni pide nada de todo lo que se roba en esta feria del abuso en que han convertido a la patria, y cuyos frutos no dejan de repartirse entre los feriantes.

Leyendo los impunes episodios del expediente Royuela se comprueba, una vez más, que el buen sentido ni se compra, ni se toma prestado, ni se vende. Y si se pudiese vender tampoco hallaría muchos compradores. Sin duda, a algunos españoles de hoy les bastaría con mostrarles remedios para que pudiesen solucionar los gravísimos problemas que padece su patria, pero a la inmensa mayoría esos remedios es menester imponérselos por la fuerza. Y es triste que a estas alturas tengamos que regresar al pasado para resolver la catástrofe, utilizando nuevamente el dominio violento.

No sirve de nada quejarse, corriendo de un sitio a otro, si estamos cercados por el enemigo y vemos que nadie puede, quiere, ni sabe hacer nada contra él. Por eso, en esta hora, ya no sirven esos comunicadores y tertulianos de derechas que sólo parecen entretenerse en la contemplación del propio ombligo; ni tienen eficacia sus programas y coloquios cansinos e inoperantes.

Cuando debiéramos tener forjada la confabulación de los prudentes para ver por dónde hincar el diente al Sistema liberticida e iniciar la imperativa regeneración, contemplamos melancólicos cómo entre los politicólogos y demás expertos de la cosa, gran parte del tiempo se pierde en bizantinismos y argucias de palabra, discusiones más o menos estériles o engañosas que ejercitan una pretendida sutilidad.

Inasequibles al desaliento -o aparentándolo-, no dejan de analizar todo tipo de asuntos, en uno o varios sentidos y en los contrarios, ni de hacer y deshacer previsiones y futurismos que al día siguiente se han mostrado inútiles. O, con la candidez del estulto, ante la enésima abominación de los políticos, se preguntan: «¿Nadie va a dar explicaciones?». ¿De quién esperarán explicaciones estos ilusos? ¿De la Monarquía? ¿Del Ejército? ¿De la Justicia? ¿De la intelectualidad áulica y del periodismo estabulado? ¿Del Sistema que acoge y patrocina a todos ellos? ¿Acaso es, no ya inteligente, sino oportuno, pedir explicaciones a quienes metódicamente llevan más de cuarenta años con la piqueta, la gasolina y las cerillas?

¿De tanto tiempo dispone aún España para que sigamos torturándonos y fatigándonos en observar y examinar problemas y actitudes de los insectos capitalsocialistas, y de sus terminales, en los que hay más astucia, maldad y codicia a despreciar que cuestiones a resolver? Busquemos la fórmula para que los sucesos del expediente Royuela no queden impunes, y para ahuyentar, en general, a todos los malhechores de nuestras vidas y de la patria, en vez de golpearnos torpemente una y otra vez la frente contra el muro, y no nos contentemos con satirizarlos, algo que a ellos no les afecta mientras puedan seguir depredando. Porque ya no se trata de satirizar, sino de encarcelar, ya que no de ahorcar.

Hoy, el principal y urgente fin de la minoría crítica consiste en la unión de tanto grupúsculo disperso, y en cómo abrir una brecha en la fortaleza del Sistema. En ello deben centrarse los esfuerzos, repartiendo las cargas en proporción a las fuerzas de cada cual, sin pretender más de lo individualmente soportable, pero sin hacer dejación de lo posible. Delante de todos los españoles están los años nefastos de una Transición que no ha dejado de mentirles. Pero de entre esa totalidad de españoles, no se espera al vulgo, a los instalados ni a los hipócritas. Sólo las almas libres pueden regenerar lo podrido, y tienen la obligación de desenmascarar la tramoya y el oprobio que simboliza; y, diariamente, con toda la fuerza y la sutileza de que sean capaces, han de proponerse reducirla a la verdad.

Es sabido que los primeros que derriban el muro siempre salen sangrando. En esta moribunda y melancólica España, aún no ha habido ni hay nadie que se haya decidido a correr el riesgo. Pero todo llegará. Examinando la situación de los nobles patriotas españoles, se les puede comparar con los sabuesos flacos a los que se refería el escritor irlandés Yeats, que son los mejores cazadores: ¡Oh sabuesos flacos! ¿Cuándo empezaréis a cazar?


Jesús Aguilar Marina


Fuente: ñtvespaña

jueves, 14 de septiembre de 2023

Las quince promesas de la Santísima Virgen a los devotos del Santo Rosario

 


1. Quien me sirviere, rezando constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.

2. Prometo mi especial protección y grandes beneficios a los que rezaren devotamente mi Rosario.

3. El Rosario será un escudo fortísimo contra el infierno, destruirá los vicios, librará del pecado y abatirá la herejía.

4. El Rosario hará germinar las virtudes y que las almas reciban copiosamente la misericordia divina, sustituirá en el corazón de los hombres el amor de Dios al amor del mundo y los elevará a desear los bienes celestiales y eternos.

5. El alma que se encomendare a mí por medio del Rosario no perecerá.

6. El que con devoción rezare mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada: se convertirá, si es pecador; si es justo, perseverará en la gracia; y de una u otra suerte será admitido a la vida eterna.

7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los auxilios de la Iglesia.

8. Quiero que todos los que rezan mi Rosario tengan en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia, y sean participantes de los méritos de los bienaventurados.

9. Yo libraré pronto del purgatorio a las almas devotas del Rosario.

10. Los verdaderos hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.

11. Todo cuanto se pidiere por medio del Rosario, se alcanzará prontamente, si conviene.

12. Socorreré en todas sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.

13. He conseguido de mi Hijo que todos los cofrades del Rosario tengan por hermanos en vida y después de la muerte a los bienaventurados del cielo.

14. Los que rezan mi Rosario son todos hijos muy amados y hermanos de Jesucristo.

15. La devoción del Santo Rosario, es una señal manifiesta de predestinación a la gloria.


martes, 12 de septiembre de 2023

El Dulce Nombre de María - 12 de Septiembre



EL DULCE NOMBRE DE MARÍA

El Señor ha hecho vuestro nombre
tan glorioso, que no se caerá
de la boca de los hombres.(Jdt. 13, 25).


Los elogios más sublimes corresponden a María, a la cual todas las generaciones llaman bienaventurada, y Aquel que "hizo en Ella cosas grandes y cuyo nombre es santo" quiso darle íntima participación de esa misma santidad para consuelo y gozo de quienes invocaren su dulce nombre. Nombre que ha de ser loado, en todo el mundo, porque infunde valor y fortaleza. Bien lo aprendieron los indios mejicanos de boca de los pobres soldados españoles cautivos, que subían al pavoroso teocalli invocando: "'Ay, Santa María!" y con este nombre en los labios expiraban.

España fue la primera en solicitar y obtener de la Santa Sede autorización para celebrar la fiesta del Dulce Nombre. Y esto acaeció en el año 1513. Pero fue el Papa Inocencio XI quien decretó, el 25 de noviembre de 1683, que toda la Iglesia celebrara solemnemente la fiesta de este nombre excelso, para perpetuar la victoria que los austriacos y polacos, mandados por Juan Sobieski, consiguieron de los turcos ese año en Viena.

El dulce nombre de María, para los que luchamos en el campo de la vida, es lema, escudo y presagio. Lo afirma uno de sus devotos, San Antonio de Padua, con esta comparación: "Así como antiguamente, según cuenta el libro de los Números, señaló Dios tres ciudades de refugio, a las cuales pudiera acogerse todo aquel que cometiese un homicidio involuntario, así ahora la misericordia divina provee de un refugio seguro incluso para los homicidas voluntarios: el nombre de María. Torre fortísima es el nombre de Nuestra Señora. El pecador se refugiará en ella y se salvará. Es nombre dulce, nombre que conforta, nombre de consoladora esperanza, nombre tesoro del alma. Nombre amable a los ángeles, terrible a los demonios, saludable a los pecadores y suave a los justos"

Que el sabroso nombre de nuestra Madre, unido al de Jesús, selle nuestros labios en el instante supremo y ambos sean la contraseña que nos abra de par en par las puertas de la gloria.

Santoral Católico Tradicional

viernes, 8 de septiembre de 2023

Natividad de la Santísima Virgen María

 

Bienaventurado el seno que llevó a Jesús, y los pechos que lo alimentaron 
(San Lucas, 11, 27)


Las plegarias y las lágrimas de San Ana le merecieron, después de veinte años de esterilidad, la gloria de dar al mundo a la Bienaventurada Virgen María. He aquí la aurora mensajera del Sol de justicia: demonios, retiraos al infierno; ángeles, regocijaos: pronto los justos ocuparán los lugares abandonados por los ángeles rebeldes. Hombres, triunfad: María ha nacido para ser la Madre de Dios que será vuestro Hermano y vuestro Redentor. Almas santas que gemís en el limbo, consolaos: la puerta de vuestra prisión muy pronto será abierta por el Hijo de la que acaba de nacer.


MEDITACION SOBRE LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARIA

I. Considera las mercedes con que Dios honra a María el día de su dichoso nacimiento. El Padre eterno, que la consideraba como Hija suya, le dio el nombre de María; la hizo Soberana del cielo y de la tierra, Reina de los ángeles y de los hombres. El Verbo eterno la eligió para ser su Madre; le dio a todos los hombres como hijos adoptivos, con pleno poder para acordar la gloria eterna a los que la sirvan fielmente. El Espíritu Santo colmó de gracias a su divina Esposa. Regocíjate con María por todos estos favores.

II. María responde a los beneficios del Señor con los sentimientos del más vivo agradecimiento. Dotada, desde su primer instante, del uso de razón, se sirve de ella para adorar al Padre eterno: se humilla a la vista del honor que el Verbo encarnado le hace al elegirla por Madre suya: ofrece su corazón por un acto de amor al Espíritu Santo, su divino Esposo. Haz tú, por lo menos hoy, lo que hizo María en el día de su Natividad. Adora al Padre eterno, humíllate delante de Jesús, da tu corazón al Espíritu Santo.

III. ¿Qué harás tú para honrar a María en el día de su Natividad? Respétala, porque es todopoderosa en el cielo y en la tierra. Ámala, porque es la Madre de Jesucristo, y la nuestra por adopción. Ten confianza en Ella, porque es la Madre de los predestinados. Sé su fiel y constante servidor, como fue Ella la constante y fiel Esposa del Espíritu Santo. Imita, durante tu vida, lo que Ella hizo el día de su nacimiento. En medio de las olas del siglo, debemos refugiarnos junto a María y regular nuestra vida según sus ejemplos. (San Epifanio).


La devoción a la Santísima Virgen.  
Orad por las congregaciones de la Santísima Virgen.

ORACION

Dignaos, Señor, conceder a vuestros servidores el don de la gracia celestial, a fin de que la solemnidad del Nacimiento de la Virgen Bienaventurada, cuyo alumbramiento ha sido para nosotros el principio de la Salvación, nos obtenga un acrecentamiento de paz. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J.