viernes, 20 de diciembre de 2024

La Virgen María en ejemplos 10: Conversión de María Egipciaca

 


Es Famosa la historia de Santa María Egipciaca, como se cuenta en el libro primero de las Vidas de los Padres del yermo. A los doce años se escapó de casa de sus padres, y se fue a Alejandría, donde con su mala vida era el escándalo de toda la ciudad.

Pasados otros dieciséis, salió de allí y vagando llegó a Jerusalén, a tiempo que se celebraba la fiesta de la Santa Cruz, y viendo entrar en la iglesia mucha gente, quiso también entrar en ella, más por curiosidad que por devoción; pero en la puerta sintió que una mano invisible la detenía. Hizo otra vez por entrar, y le sucedió lo mismo, hasta tercera y cuarta vez.

Entonces la infeliz retirándose a un rincón del atrio, conoció con luz superior que su mala conducta la echaba de la iglesia. Alzó los ojos y vio allí cerca, por dicha suya, una imagen de María Santísima, a la cual empezó a decir, llorando, de esta manera: “¡Oh Madre de Dios, tened piedad de esta pecadora! No merezco que me miréis, pero Vos sois el refugio de los pecadores: amparadme y favorecedme por el amor de Jesucristo vuestro Santísimo Hijo. Haced que puede entrar en la iglesia, y mudaré de vida, y me iré a hacer penitencia donde vos me digáis.” Entonces oyó una voz interior, como de la Virgen, que le decía: “Pues que acudes a Mí con propósito de enmendarte ya puedes entrar.” Entró, adoró la Santa Cruz con abundancia de lágrimas, volvió a la imagen, y le dijo: “Vedme pronta. Señora: ¿dónde queréis que me retire?” “Pasa el Jordán –le respondió la Virgen-, y allí encontrarás tu descanso.” Confesó y comulgó, y, pasando el rio, llegó al desierto y entendió que allí era donde se debía quedar.

Los diecisiete años primeros tuvo que sufrir terribles asaltos de los demonios; pero acudía siempre a la Virgen, y la Virgen santísima le alcanzaba fuerzas para resistir y vencer. Finalmente, habiendo pasado en aquella soledad cincuenta y siete años, siendo ya de edad de ochenta y siete, la encontró por divina providencia San Zósimo, abad, a quién refirió todo el relato de su vida, suplicándole que volviese al año siguiente con la sagrada comunión. Lo hizo así, y le pidió lo mismo para otro año, al cabo del cual volvió pero la halló ya muerta, aunque rodeada de un gran resplandor, y con estas palabras escritas de su mano: “Entierra aquí el cadáver de esta pecadora y pide a Dios por su alma.” Vino corriendo un león, hizo un hoyo con las garras, el Santo la sepultó, y volvió al monasterio, contando a todos las misericordias que Dios había obrado con aquella felicísima penitente. 

Las Glorias de María
San Alfonso María Ligorio

La Virgen María en ejemplos 9: Detalles de la bondad de María hacia un perfecto devoto suyo




El B. Joaquín Picolomini, muy devoto de María, desde su infancia, visitaba hasta tres veces al día una imagen de la Virgen de los Dolores que se veneraba en una iglesia, y los sábados ayunaba para mejor honrarla. A media noche se levantaba para meditar en sus dolores. Y María Santísima le recompensó estos obsequios. En su juventud le dijo que entrara en la Orden de los Servitas, lo que, sin demora, ejecutó el Beato. 

Al final de su vida, se le apareció también la Virgen María trayéndole dos coronas: una de rubíes, en premio de la compasión que había tenido de sus dolores, y otra de perlas, como premio a la virginidad que le había consagrado. Poco antes de morir, se le volvió a aparecer, y el enfermo le pidió la gracia de morir el mismo día en que murió Jesucristo. 

La Virgen Santísima le consoló diciendo: “Pues bien, prepárate, porque mañana, viernes, morirás de repente, como deseas, y estarás conmigo en el paraíso”. En efecto, así sucedió. Mientras en la iglesia cantaban la Pasión de Cristo según San Juan, al decir las palabras “Estaba junto a la cruz de Jesús su Madre”, el paciente entró en agonía, y al decir: “E inclinando la cabeza entregó su espíritu”, el bienaventurado entregó también su alma al Señor, a la vez que el templo se iluminaba con misterioso resplandor, y un suave y desconocido aroma se esparcía en el ambiente.

Las Glorias de María
San Alfonso María Ligorio